N
o sé lo que espero encontrar cuando llegue a casa. Es un
largo camino por el bosque, más largo porque evito los
campamentos de los mágicos que asistieron para la
coronación. Mi vestido está sucio y hecho jirones en el ruedo, mis pies
doloridos y fríos. Cuando llego, la propiedad de Madoc se ve de la manera
que siempre lo hace, familiar como mi propio paso.
Pienso en los otros vestidos que cuelgan en mi armario, esperando a
ser usados, los zapatos esperando que se baile con ellos. Pienso en el futuro
que pensé que iba a tener y el que se abría frente a mí como un abismo.
En el pasillo, veo que hay más caballeros que de costumbre, entrando
y saliendo de la sala de Madoc. Los sirvientes corren de un lado a otro,
llevando jarras de cerveza, tinteros y mapas. Unos pocos me miran.
Hay un grito desde el otro lado del pasillo. Vivienne. Ella y Oriana
están en el salón. Vivi corre hacia mí, me abraza.
—Iba a matarlo —dice ella—. Iba a matarlo si su estúpido plan te
lastimaba.
Me doy cuenta que no me he movido. Levanto una mano para tocar
su cabello, dejo que mis dedos se deslicen hasta su hombro.
—Estoy bien —digo—. Acabé siendo arrastrada por la multitud. Estoy
bien. Todo está bien.
Todo está, por supuesto, nada bien. Pero nadie trata de
contradecirme.
—¿Dónde están los demás?
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—Oak está en la cama —dice Oriana—. Y Taryn está fuera del estudio
de Madoc. Llegará en un momento.
La expresión de Vivi cambia, aunque no estoy segura de cómo leerla.
Subo las escaleras hasta mi habitación, donde me lavo la pintura de
la cara y el lodo de mis pies. Vivi me sigue, se posa en un taburete. Sus ojos
gatunos son de un dorado brillante a la luz del sol que entra desde mi
balcón. No habla mientras paso el peine por mi cabello, rastrillando los
enredos. Me visto en colores oscuros, una túnica azul oscuro con cuello alto
y mangas ajustadas, botas negras brillantes, con guantes nuevos para
cubrir mis manos. Ato a Nightfell a un cinturón más pesado y
subrepticiamente pongo el anillo con el sello real en mi bolsillo.
Se siente tan surrealista estar en mi habitación, con mis animales de
peluche, mis libros y mi colección de venenos. Con la copia de Cardan de
Alicia en el país de las maravillas y A través del espejo en mi mesita de noche.
Una nueva ola de pánico pasa sobre mí. Se supone que debo descubrir cómo
convertir la captura del príncipe desaparecido de la Tierra de las Hadas en
mi beneficio. Aquí, en el hogar de mi infancia, quiero reírme de mi osadía.
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klohiyfud
FantasyPor supuesto que quiero ser como ellos. Son hermosos como cuchillas forjadas en algún fuego divino. Vivirán para siempre. Y Cardan es aún más hermoso que el resto. Lo odio más que a todos los demás. Lo odio tanto que a veces cuando lo miro, apenas p...