Untitled Part 29

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N

unca he caminado por la puerta principal de Hollow Hall.

Antes siempre venía escondiéndome por las cocinas, vestida

como sirvienta. Ahora estoy parada frente a las pulidas

puertas de madera, iluminada por dos lámparas de haditas atrapadas que

vuelan en círculo desesperados. Ellas iluminan una escultura de un enorme

y siniestro rostro. La aldaba, un círculo perforando su nariz.

Cardan la agarra y porqué crecí en la Tierra de las Hadas, no estoy del

todo sorprendida cuando la puerta abre los ojos.

—Mi príncipe —dice.

—Mi puerta —responde él, con una sonrisa que transmite afecto y

familiaridad. Es extraño ver su desagradable encanto ser usado para algo

que no sea malvado.

—Hola y bienvenido —dice la puerta, abriéndose para revelar a uno

de los sirvientes hada de Balekin. Él mira boquiabierto a Cardan, príncipe

perdido de la Tierra de las Hadas—. Los otros invitados están por allí —se

las arregla para decir el sirviente.

Cardan enlaza mi brazo firmemente con el suyo antes de entrar y

siento una oleada de calor mientras igualo su paso. No puedo permitirme

ser menos que despiadadamente honesta conmigo misma. Contra mi

sentido común, a pesar de que él es terrible, Cardan es divertido también.

Tal vez debería estar orgullosa de lo poco que importará.

Pero por ahora, es inmensamente inquietante. Cardan está vestido

con un traje de las ropas de Dain, robado de los vestuarios del palacio y

modificado por un duende de dedos habilidosos que tenía una deuda de

juego con la Cucaracha. Él se ve regio en diferentes tonos crema: un saco

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sobre un chaleco y una camisa suelta, pantalones y una bufanda, con las

mismas botas de punta de plata que usó en la coronación, un zafiro

brillando en su oreja izquierda. Se supone que debe lucir como de la realeza.

Ayudé a elegir las ropas, ayudé a que se vea de esta manera, y aun así, el

efecto me superaba.

Estoy usando un vestido verde botella con aretes de forma de fresas.

En mi bolsillo la bellota de oro de Liriope y en mi cadera la espada de mi

padre. Contra mi piel, tengo una colección de cuchillos. No parece suficiente.

Mientras caminamos, todos se dan vuelta para mirarnos. Las damas

y lores de la Tierra de las Hadas. Reyes y reinas de otras Cortes. El

representante de la Reina de Bajo el mar. Balekin. Mi familia. Oak, de pie

con Oriana y Madoc. Miro a Lord Roiben, su cabello blanco haciendo fácil

distinguirlo entre la multitud, pero él parece no reconocer que nos hemos

conocido alguna vez. Su rostro permanece ilegible, una máscara.

klohiyfudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora