Untitled Part 9

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Taryn no quiere contarme lo que el Príncipe Cardan le dijo.

Insiste en que no tiene nada que ver conmigo, que él no estaba

rompiendo su promesa de no hacerla responsable de mi mal

comportamiento, que debería olvidarme de ella y preocuparme por mí

misma.

—Jude, déjalo. —Se sienta frente al fuego en su habitación, bebiendo

té de ortiga de una taza de arcilla con forma de serpiente, su cola enroscada

para formar la asa. Tiene puesta su bata, de un color escarlata que hace

juego con las llamas de la chimenea. A veces cuando la miro, parece

imposible que su rostro también sea el mío. Ella luce suave, bonita, como la 69

chica de una pintura. Como una chica que se siente cómoda en su propia

piel.

—Solo cuéntame lo que dijo —presiono.

—No hay nada que contar —dice Taryn—. Sé lo que estoy haciendo.

—¿Y qué estás haciendo? —le pregunto, alzando las cejas, pero ella

solo suspira.

Ya hemos hecho tres rondas como esta. Sigo pensando en el parpadeo

perezoso de las pestañas de Cardan sobre sus ojos brillantes como carbón.

Él lucía jubiloso, presuntuoso, como si mi puño apretando su camiseta

fuera exactamente lo que él había deseado. Como si yo llegara a golpearlo,

fuese porque él me había hecho hacerlo.

—Puedo molestarte en las colinas y en los valles —dije, clavándole un

dedo en el brazo—. Te perseguiré de peñasco en peñasco por las tres islas

hasta que me digas algo.

—Creo que ambas podemos soportarlo mejor si nadie más tiene que

ver —dice, luego toma un largo sorbo de su té.

—¿Qué? —Me sorprende y no sé qué decir como respuesta—. ¿Qué

quieres decir?

—Quiero decir, que creo que podría resistir que se burlen de mí y me

hagan llorar si tú no lo supieras. —Me da una mirada firme, como evaluando

cuánta verdad puedo manejar—. No puedo fingir que mi día estuvo bien si

estás tú como testigo de lo que realmente sucedió. A veces eso hace que no

me gustes.

—¡Eso no es justo! —exclamo.

Ella se encoge de hombros.

—Lo sé. Por eso te lo estoy diciendo. Pero lo que Cardan me dijo no

importa, y quiero fingir que no sucedió, así que necesito que tú finjas

conmigo. Nada de recordatorios, ni de preguntas, ni de advertencias.

Dolida, me levanto y camino hacia la repisa de la chimenea, apoyando

la cabeza contra la piedra tallada. No puedo contar el número de veces que

ella me ha dicho que meterme con Cardan y sus amigos es estúpido. Y aun

klohiyfudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora