Untitled Part 28

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F

antasma está despierto cuando volvemos. Había salido y había

traído consigo un puñado de diminutas manzanas, venado seco,

mantequilla fresca y varias docenas más de botellas de vino.

También trajo algunos muebles que reconocí del palacio: un diván bordado

en seda, cojines de satén, una brillante manta de seda de araña y un juego

de té de calcedonia.

Levanta la vista del diván donde está sentado, pareciendo tenso y

exhausto. Creo que está afligido, pero no de una manera humana.

—¿Bien? Creo que se prometió oro.

—¿Y si pudiera prometerte venganza? —pregunto, consciente, una vez

más, del peso de las deudas que ya tengo en mis hombros.

Él intercambia una mirada con Bomba.

—Entonces realmente tiene un plan.

Bomba se acomoda en un cojín.

—Un secreto, lo cual es mucho mejor que un plan.

Agarro una manzana, voy a la mesa y luego me subo a ella.

—Iremos directamente al festín de Balekin y le robaremos su reino

debajo de sus narices. ¿Qué tal suena eso como venganza?

Audaz, eso es lo que necesito ser. Como si fuera la dueña del lugar.

Como si fuera la hija del general. Como si realmente pudiera lograr esto.

La comisura de la boca de Fantasma se eleva. Saca cuatro copas de

plata del armario y las pone delante de mí.

316

—¿Bebes?

Niego con la cabeza, mirándolo servir. Regresa al diván pero se sienta

en el borde como si tuviera que saltar en un momento. Toma un gran trago

de vino.

—Hablaste del asesinato del niño no nacido de Dain —digo.

Fantasma asiente.

—Vi tu cara cuando Cardan habló de Liriope y cuando entendiste mi

parte en eso.

—Me sorprendió —dije con sinceridad—. Quería pensar que Dain era

diferente.

Cardan resopla y toma la copa de plata que era para mí como si fuera

suya.

—El asesinato es un oficio cruel —dice Fantasma—. Creo que Dain

habría sido un Rey Supremo tan bueno como cualquier príncipe de los

mágicos, pero mi padre era mortal. Él no habría considerado a Dain como

bueno. Él tampoco me habría considerado bueno. Harías bien en decidir

cuánto te importa el bien antes de ir demasiado lejos en el trabajo deespía.

Probablemente tenga razón, pero hay poco tiempo para que lo

considere ahora.

—No entiendes —le digo—. El hijo de Liriope vivió.

Se vuelve hacia la Bomba, claramente asombrado.

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