Capítulo 4.- Viejo socio

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Disclaimer: Los personajes de The rise of the guardians (El origen de los guardianes) pertenece rigurosamente a Dreamworks. Película basada en la serie de libros de William Joyce, 'The Guardians of Childhood' (Los Guardianes de la Infancia). Este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.

Personajes: Bunnymund, Jack Frost, Toothiana, North, Sandman.

Aclaraciones y Advertencia: Este fic contiene YAOI, humor, Lemon, fantasía y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

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El origen de los guardianes: Las crónicas de la muerte

Capítulo 4.- Viejo socio

Jack cerró los ojos. El cuerpo de Muerte era tan frío que lo reconfortaba, se dejó guiar por ese sentimiento tan puro y protector que el mayor emanada, como el de un padre que siempre estaría ahí para cuidar de él.

Un amor puro y sin restricciones. Entonces, lo supo.

Eitel —Muerte se separó ligeramente para mirar a Jack con cierta confusión —, así te llamare, Eitel porque eres de sentimientos puros.

Muerte sonrió por la inocencia de Jack y lo besó en la frente, feliz por su nuevo nombre; tomó el menudo cuerpo del peliblanco, hundiendo su nariz en los blancos cabellos, aspiró su aroma. El guardián de la diversión también hizo lo propio disfrutando de Elitel que curiosamente olía a flores y cera de vela.

—Gracias, es un hermoso nombre —le susurró Muerte al oído —, te prometo que lo cuidare como mi mayor tesoro y no dejare que nadie más que tú lo use.

Jack se sonrojó ligeramente, Eitel tenía la habilidad de hacerlo sentir tan querido y apreciado que a veces lo asustaba porque creía que en cualquier momento Muerte podría cansarse, cómo los otros guardianes seguramente harán algún día, dejándolo en una soledad aún peor de la que estuvo en esos trescientos años, pues ya se había acostumbrado a la compañía y al calor humano que seguro moriría si no lo tuviese.

—¿Te gustaría dar un paseo? —Jack asintió con la cabeza, tenía curiosidad de la casa de Eitel.

El hogar de Muerte era enorme, había una infinidad de pasillos y recovecos que en ocasiones no llegaban a ninguna parte o parecía que no avanzabas no importaba lo mucho que caminaras. El exterior parecía una noche perpetua, los largos y casi infinitos caminos de piedra estaba pobremente iluminados por antorchas perenes. Las enormes filas de almas que desembarcaban de las vascas de Caronte, dejándose guiar por los segadores a un destino desconocido.

Jack sintió un escalofrió cuando Eitel y él pasaron cerca de la habitación del Juez escucharon gritos desgarradores.

—¿Q-qué está pasando ahí dentro? —preguntó Jack un poco asustado. Muerte sonrió bajó la tela que cubría su rostro.

—Es trabajo del Juez decidir si un alma debe ir al paraíso, al infierno, quedarse en el "limbo" o reencarnar.

—¿Reencarnar? —preguntó curioso. —¿Así cómo nosotros? —Eitel negó con la cabeza.

—Los seres como tú jamás vienen a mi mundo, porque son criaturas elegidas para propósitos a los que los simples mortales ni siquiera son capaces de soñar.

Jack miró la puerta que los separaba del Juez, no pudo evitar preguntarse lo que su pequeña hermanita habrá pasado cuando llegó aquí, Muerte pareció darse cuenta de los pensamientos que aquejaban al más joven de los guardianes de Moony.

El origen de los guardianes: Las crónicas de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora