Capitulo 30: Café con leche y tortitas

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Definitivamente nunca me había imaginado a mi misma frente a la casa en la cual nací y viví durante 4 años, si, para algunos esa cifra puede ser mínima pero no lo era para mí.

Aunque solo tenía cuatro años de alguna forma supe que nada volvería a ser lo mismo luego de la muerte de mi padre, y esa pequeña niña parece ser que no se equivocó.

-¿Te ayudo enana?—pregunta Cameron sacándome de mi ensoñación y cogiendo mi maleta.

-Gracias—digo mostrándole una tierna sonrisa.

Yo me agacho y cojo la otra maleta para adentrarme junto a Cameron en la casa.

Y fue en ese momento donde mi cuerpo se paralizo, inconscientemente freno haciendo de esta forma que quedara en medio de la entrada.

Todo estaba igual que cuando era pequeña.

Mi cuerpo comenzó a moverse solo y después de dejar la maleta en el suelo caminé hasta el salón y pase mi mano sobre los muebles.

Comencé a llorar mientras que seguía tocando la madera.

Abro uno de los cajones del mueble situado a la derecha contra la pared.

En su interior había fotografías que obviamente tome con curiosidad.

En ellas salíamos especialmente Ethan y yo, en algunas salíamos junto a papá.

Quizás esta fue otra de las cosas que hizo mi tía y más me dolieron, quedarse incluso con las imágenes que plasmaban todos aquellos recuerdos que viví con mi familia al completo.

Alguien me sujeta por los hombros y apoya su barbilla sobre mi cabeza.

-Ahora este vuelve a ser nuestro hogar—dice Ethan a lo que yo no tardó en asentir—por ese motivo va siendo hora de que se note que antes había una familia feliz viviendo aqui, y para ello hay que empezar por colgar todo esto—concluye tomando la fotografía que sostenía entre mis manos y quitando el cuadro que había de una extraña flor para sustituir este por el nuestro.

-Estamos en casa Ethan—digo sin poder creerlo aún.

-Lo estamos hermanita, y será así durante mucho tiempo—responde besando mi cabeza y finalmente alejándose, yo hago lo mismo sin apartar la vista de la imagen.

Mi padre sosteniendonos a Ethan y a mi en un brazo cada uno, nosotros hacíamos la señal del ejército mientras que mi padre sonreía orgulloso.

Salgo a la entrada para recoger mi maleta pero está ya no está en el suelo, así que subo por las escaleras situadas frente a la puerta de entrada para subir al segundo piso dando por hecho que alguno de los chicos se ha encargado de subirla.

Una vez en el piso superior miro de un lado hacia otro sin dejar ni una esquina sin observar, recordando y estructurando en mi mente el pasado.

Hasta que llegó a mi destino, mi habitación.

Abro la puerta y una brisa de frío hace que incluso me estremezca, se notaba que esta habitación no había sido abierta desde hace mucho tiempo, y  me atrevería a añadir que no lo ha hecho desde el día en el que yo me marché.

Camino hasta la ventana para subir la persiana para que de esta forma los rayos del sol entrasen en la habitación.

Entonces es cuando me atrevo a detenerme y observarla.

Es increíble.

Todo, exactamente todo continua como yo lo dejé.

Pese a que la habitación no ha sido abierta a menudo esta limpia, sin polvo ni nada por el estilo, lo cual me da a entender que al menos si se a abierto para hacer la limpieza de ella.

Cierra los ojos y creeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora