Cierra los ojos y cree

Capitulo 2:Promesas y despedidas

-¿Que nos querías contar?-pregunta Emily después de que llegaran los gemelos.

No entiendo cómo está casa del árbol sigue aguantando tanto peso.

Recuerdo que la hicimos cuando Emily y yo teníamos 6 años y los gemelos 7.

Siempre que podíamos nos escapabamos y veníamos aquí.

La casa estaba hecha en uno de los árboles situados fuera del recinto, y la hicimos aquí para sentirnos libres al menos aquí.

-Mary ha venido hace un momento a pedirme que fuese al despacho, bien, pues era porque había una pareja, me han adoptado chicos-los gemelos abren los ojos sorprendidos y Emily me mira con dolor.

No pude evitar sentir como mi estómago se estrujaba al ver a mi mejor amiga así.

-¿Te vas?-pregunta Erick a lo que Emily le da una colleja y le mira con cara de obviedad.

-No sé cómo evitar no marcharme, sabéis que aún tengo 17 y que no puedo elegir que hacer, tendría que irme si o si.-me costaba asimilar lo que está ocurriendo, después de 13 años iba a marcharme de aquí, sola.

Sin mis amigos acompañándome, sin prácticamente las personas que consideraba mis hermanos, los hermanos que no tuve.

-Bien-dice Emily rompiendo el silencio-ahora que estamos aquí y y que tú te vas hagamos una promesa.-dice mirándonos a todos.

-¿Que promesa rubia?-pregunta Mark mirando fijamente a Emily.

-Promete que vendrás a visitarnos aunque te vayas-dice mirándome.

-Yo Brooke Parks prometo visitaros hasta que la vida me lo permita—digo poniendo una mano en mi pecho y otra alzada.

-No será durante tanto tiempo—dice Emily, para continuar hablando—Yo Emily Foster prometo que no esperaré y al cumplir los 18 saldré de aquí.

-Nosotros Mark y Erick Morgan prometemos que haremos compañía a Emily durante su estadía aquí, pese a que tengamos 18 años ya.—dicen los gemelos al unísono, como si lo hubieran ensayado.

-Todos prometemos que nos uniremos de nuevo cuando el último de nosotros haya salido del orfanato—decimos todos para después abrazarnos sellando así todas las promesas que hemos realizado hoy.

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Me levanto y visto sin ganas y miro la bolsa de mano con mi ropa situada en una esquina de la habitación.

Suspiro.

Hoy me marcharía del lugar en el que llevo prácticamente toda mi vida y no he podido hacer nada para evitarlo.

Voy a la cafetería y algunos me miran y se despiden de mí, y es que ya todos o la mayoría saben que hoy una de nosotros se va, y que esa persona soy yo.

Los pequeños se acercan y me abrazan diciéndome que me extrañarán.

Cuando he cogido mi bandeja voy a la mesa donde están los chicos y observo sus miradas tristes.

Mi marcha significa que hoy el grupo se rompe, pero no que desaparecerá, porque volveré todos los días a verlos, aunque no me lo permitan.

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Llegó la hora.

Cojo la bolsa con mi ropa y salgo de la habitación en camino a la puerta de entrada, en este caso, para mí, será la de salida.

En ella están Mary y los chicos del orfanato.