★ Atracción

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La lengua de Mika era experta en recorrer la cavidad bucal de Yuu, se enredaba con la del más bajo y ambas se meneaban de un lado a otro en sus bocas; la verdad, y siendo sinceros, muy pocas veces el azabache se había encontrando con tan buenos besadores como el rubio que tenía en medio de sus piernas.

Al separar el ósculo, estaban agitados y ligeramente sonrojados por el contacto, sus jadeos cubrieron el silencio que se había formado entre ellos junto con el ruido exterior; durante un par de segundos, estuvieron mirándose intensamente, como si quisieran leer la mente contraria con tan solo eso.

—Me encantan tus ojos, Mika —soltó de repente el Ichinose.

El aludido parpadeó un par de veces ante el elogio, se había avergonzado por este, ¿la razón? La desconocía, si muchas veces le habían dicho lo mismo, ¿por qué se sentía diferente cuando era ese precioso azabache quien lo decía? Definitivamente, sus sentimientos estaban volando a una velocidad que ya no estaba controlando.

—Los tuyos son aún más bonitos —susurró en respuesta el ojizafiro, acercándose nuevamente a la boca ajena y dando piquitos en esta—. Me gustaría poder verlos sin ese antifaz...

Y entonces, fue como si un baldado de agua fría cayera sobre Yuu, quien de inmediato se puso en guardia, bajando sus manos de los hombros contrarios y alejando con suavidad al más alto; la inseguridad junto con el temor lo invadieron rápidamente y Mika temió haber dicho algo malo.

—No es necesario que te lo quites si no quieres hacerlo, está bien —dijo intentando remediar lo anterior—. Yo no quería incomodarte, Yuu-chan.

El aludido bajó la mirada suspirando, se sentía algo desorientado; a veces, en las noches, se ponía a pensar sobre qué pasaría cuando ese rubio supiera quién era en verdad, el cómo lo tomaría y qué diría él o los medios de comunicación, cuando meditaba ese asunto llegaba a la misma conclusión: "estamos en niveles diferentes".

Y, aunque a veces sentía esa necesidad de mostrarle su cara y decirle: "este soy yo, este es el rostro del chico que te trae loco", al final se arrepentía y decidía no pensar en ello, tan solo disfrutar el momento; intentar gozar en la mayor medida posible de esa "relación" que habían establecido sin querer.

—¿Te ofendí? ¿Yuu-chan? —preguntó el Geagles sentándose junto al aludido en el lavabo; ahí fue cuando este regresó a la realidad.

—No, tranquilo —sinceró—. Pero prefiero no quitármelo.

—No te obligaré —aseguró—. Hay muchas cosas que podemos hacer sin que te lo quites —dijo.

—Eres un descarado —se rió el moreno—. Siempre andas pensando en sexo.

—Oye, yo no dije nada de sexo, tú solito lo pensaste —se justificó el de tez pálida con una risita.

—Touché.

La verdad, el tiempo se pasa volando cuando nos divertimos o estamos a gusto, por eso, ni Mika ni Yuu sintieron las horas pasando, ni la gente que tocaba la puerta —a la que terminaron por poner pestillo— para entrar a realizar sus necesidades fisiológicas, ni muchísimo menos notaron, en medio de su amena platica, que eran de niveles sociales muy distintos.

Tan solo se dieron cuenta de que tenían muchísimas cosas en común, que tenían temas de conversación para mucho tiempo y que la atracción entre ellos no era solamente física, sino que iba más alla de eso.

[...]

—Oye, ¿no es tarde ya? —interrogó el ojiesmeralda que estaba recostado encima del rubio; ambos sentados en el suelo y apoyando sus espaldas en la puerta.

—No sé, pero prefiero seguir así a salir —musitó tranquilamente, acariciando lentamente con su mano los muslos del moreno.

—Basta, ya dime qué hora es —rió.

Sonriendo de lado, el rubio estiró su muñeca y miró el reloj en esta, que marcaba las tres y cuarenta de la madrugada —faltaban veinte minutos para que la discoteca tuviera que cerrar—; cansado, le dijo la hora a su acompañante y este, viéndose algo más sereno, suspiró.

—Yuu-chan, ¿a qué universidad vas? —preguntó el ojizafiro.

—Eso no te importa, tonto —renegó el azabache tratando de esquivar la pregunta y actuar de manera natural para evitar levantar sospechas.

Mientras tanto, afuera del baño, es decir, fuera de la burbuja de sencillez, plática, sentimientos y dulzura que los dos chicos habían creado, digamos que todo era un tremendo desastre; la fiesta estaba en su punto, todos estaban bailando y brincando de un lado para otro, desde los strippers que habían llegado hacía horas hasta los recatados invitados que no querían beber.

En una esquina, Guren y Shinya, ya borrachos cabe destacar, se besaban apasionadamente, cerca de la barra, Kureto ya había bebido de más y coqueteaba con el relevo de Kimizuki, Goshi, quien le seguía la corriente sin más; el par de prometidos estaban casi teniendo sexo en una de las mesas y Narumi gruñía a diestra y siniestra a la par que trataba de abrir la puerta del baño para poder entrar con Shusaku, el subordinado de los padres Ichinose.

Volviendo a lo que ocurría dentro del baño, Yuu se levantó con cuidado de no lastimar a Mika y se estiró hacia abajo dejándole, intencionalmente, una vista muy exótica de sus glúteos al rubio; este pasó saliva y se puso de pie rápidamente, luego llevó sus manos a las caderas del moreno, acercando descaradamente su anaconda a la cueva ajena, sintiendo de manera deliciosa la fricción creada entre esas dos partes de sus cuerpos cuando el azabache recobró su postura erguida lentamente.

El aliento tibio del ojizafiro golpeó sutilmente la oreja del más bajo, logrando un leve sonrojo en el azabache.

—E-Eres un pervertido... —declaró Yuu.

En ese instante, la puerta se abrió mostrando a Narumi y a Shusaku, los cuales los miraron sorprendidos.

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Los bebés se conocen poco a poco cada vez más :'''3

Espero les haya gustado el cap de hoy

Bye!

Cenicienta [MikaYuu] |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora