Parte 44 - Pareja de alma III

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Los ojos color cielo que la miraban a través del espejo no mostraban la templanza que ahora necesitaba. Saber que el Guardián estaba corrupto, desolaba todos sus planes de supervivencia y la evocaba a la firme creencia de que las Cinco Pruebas de Inicio iban a acabar con su vida, tal y como la conocía. Si había albergado la más mínima esperanza de que Gordon ideara un plan de rescate, ahora acababa de irse al traste. Y sin embargo, había, al parecer, una opción de supervivencia. Una opción que se había esfumado por culpa de unas pocas palabras.

- Pareja de alma.- Le susurró a la desconocida que la miraba a través del espejo, esa chica que parecía más seria y capaz de lo que ahora se sentía, pero ni siquiera su reflejo mostraba la valentía que le era necesaria. Parecía tan asustada por fuera como por dentro.

Tomó una bocanada de aire y la exhaló en un apagado suspiro, apartando la mirada para centrarla en la caja de rape que había a un extremo, regalo de sus padres, donde ocultaba sus fotografías y los pocos objetos que habían quedado de ellos tras su fallecimiento, envueltos en pequeños pedazos de tela con cintas, para protegerse del tacto. Y en el cepillo, que había sido un regalo de su madre, decorado con piedras de svarovsky en el dorso y con el mango formado por pequeños relieves resplandecientes. Nunca había sido muy cómodo y, antes, le costaba manejarlo, recordaba mucho a esos cepillos que eran una invención para los amantes de los cuentos de hadas. Y ahí estaba ella ahora, en un cuento imposible, con un hombre que parecía ser su pareja de alma, único en compatibilidad con ella, que no podía tomar el camino para salvarla de la muerte porque no podía vincularse a ella, ni siquiera de mentira. ¿Y en qué les dejaba eso? ¿Por qué era tan imposible? ¿Qué tenía de especial realizar ese vínculo siendo una pareja de alma que no siéndolo?

No lo comprendía, pero entendía la expresión de Gordon al enterarse, una expresión que declaraba que todo se había ido al garete.

- Estoy en un grave problema, Jojo. Además...

Además, si el Guardián estaba corrupto, no importaba si salvaba milagrosamente las Cinco Pruebas de Inicio, jamás se acabaría. Nunca tendría razones para confiar en Pangea y, ahora, lo único en lo que podía pensar es en hacer el equipaje y marcharse con Kenneth de regreso al mundo humano, a la protección de Coleman. Porque, si era cierto que Gordon era su pareja de alma, dar la vida por él podría ser solamente el comienzo, y no tenía el optimismo ahora para creer que las cosas fueran a mejorar.

No. No podía confiar en nadie para resolver aquello. Ahora menos que nunca. Parpadeó y arrugó las cejas, levantando la mirada para contemplarse en el reflejo.

- Iba a desafiarlo.- Susurró, al darse cuenta.- Eso significa que quiere enfrentarse a él.

Y que podía confiar en Gordon.

- Debe de haber una manera para llevar a cabo esto, antes de las pruebas.- Miró a través del reflejo a Jojo, que estaba mordisqueando una bola luminiscente desde la cama, observándola ufano. Realmente no prestaba atención a su último regalo de cumpleaños, así que dejó la mirada perdida mientras que intentaba ordenar las ideas y apartar las emociones de lo que significaba tener a Gordon en su vida, para centrarse en lo más inmediato: Su supervivencia. Y, al parecer, la de los mundos.

Cuando comprendió que la única forma de hacer aquello, era con él, se tomó unos minutos para ponerse en pie, sin estar muy segura de cómo iba a tratar el asunto con Gordon. Si fuera algo menos serio o preocupante, podría haber continuado allí siendo confundida por todas aquellas extrañas cosas y descubrimientos que planeaban por su cabeza, pero le asustaba no saber a dónde le llevaría la conversación que había tenido con él. Así que se puso en pie y fue al armario, para recoger la bata y envolverse en ella, ciñéndola a la cadera con el cinto, ocultando el camisón que se había puesto anteriormente como una autómata.

Prisma - El beso del legionarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora