Elena's Faces

Capítulo 4.

Empezaba a pensar que jamás saldría por esa puerta, casi habían pasado diez minutos desde que me había dicho que lo espere, que se prepararía. O no vendría, o tardaba lo que debería tardar yo antes de una cita. Aunque claro, esto no era una cita, para nada, esto era una salida para evitar que yo muriera de hambre.

Suspiré pesadamente, apoyada sobre el Corolla negro, con la planta de mi pie golpeando rítmicamente el cemento. Me tomé mi tiempo para revisar pendientes en el celular. Ningún mensaje en WhatsApp, lo normal, ninguna llamada perdida, mi madre había estado muy ocupada para oír mi pedida de auxilio y mi padre no parecía recordar mi existencia. Entré a Instagram, mi cuenta normal, nada nuevo, salvo las publicaciones de mis compañeros que disfrutaban sus vacaciones en alguna playa paradisíaca, o con amigos. Me metí en la cuenta de textos, bueno, la que había creado  para desahogarme, más que nada por curiosidad, para ver si había algo que decir sobre mi pequeño poema del fracaso, quizás ya era hora de borrarlo, antes de que alguien llegara a criticarlo.

Para mí sorpresa, la fotografía tenía dos corazones, dos personas a las que le había gustado. Sonreí satisfecha, alguien había visto mis pensamientos, quizás alguien pensaba cómo yo. Aunque eso no fue lo que más me sorprendió. Tenía un mensaje pendiente, de un desconocido, un tal falsepoet. Fruncí el ceño, era uno de los que había puesto un corazón en mi fotografía quitada de internet. Abrí el primer mensaje en meses de una persona que no era familiar mío, con expectativas y el corazón latiendo a mil. ¿Qué me habrá dicho?

"¿Qué tal si yo te hago sentir querida?"

Mis mejillas se sonrojaron por completo, y cerré los ojos, respirando agitada. Jamás me había llegado un mensaje así. Sentí la necesidad de revisar el perfil del chico, para darme cuenta de que subía fotografías, no textos. Una ventana lluviosa, unas zapatillas, una mano con un fuck you.  Pensaría que eran fotos de internet, de no ser por su biografía que aclaraba: "Fotógrafo. Fotos propias." Nada que diera indicio de la ciudad en donde residía este muchacho. Mordisqueé mi labio nerviosa, mientras tecleaba diferentes repuestas, cosas que parecían incorrectas, tontas, aburridas, su mensaje había sido tan personal, tan bello.

"Si. Sería bonito." No, muy tonta. La borré.

"Si tan solo hubiera más de allá por aquí."

¿Qué significaba eso? Hablaba de que me gustaría que alguien de aquí me dijera lo mismo que él, o eso suponía.

De todas formas, lo envié, esperando a que entendiera la respuesta, me parecía bastante correcta, al menos para mí, era la indicada. Sonreí frente a la pantalla y guardé el teléfono, con la cuenta abierta, esta vez al pendiente de si me llegaba o no algún mensaje, si era así, lo sentiría gracias al vibrador.

Estaba a punto de irme de allí, de empezar a caminar a la espera de encontrar algún lugar para comer, cuando Alex salió por la puerta. Parecía haberse duchado, ahora lucía unos jeans negros y una camiseta blanca cernida al cuerpo, aunque, con lo que había visto antes, no podía sorprenderme. Una sonrisa divertida adornaba su rostro, marcando sus hoyuelos en las mejillas, con la atención en su móvil. Puse los ojos en blancos, realmente sería un día largo.

— ¿Serías tan amable de destrabar la puerta? —pregunté. 

Mi mano se encontraba en el picaporte del asiento del copiloto, a la espera de dejar mi jardín floreado y la luz del sol que empezaba a quemarme, para ir a comer algo. Él guardó el móvil y me miró a los ojos por primera vez desde que salía de la casa. Sus cabellos estaban mojados, lo notaba por el brillo y las pequeñas gotitas que caían por su rostro.

—Eres muy pequeña para ir ahí —me dijo acercándose peligrosamente.

Había algo en él que no me gustaba, que me ponía extremadamente nerviosa, quizás era la forma en la que su sonrisa se mantenía pese a todos sus gestos o movimientos, o quizás era simplemente que no me agradaba.