Capítulo 40.

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Al acabar de leer el diario íntimo, tuve que quitar un par de lágrimas de mis ojos. Fueron pocos los segundos en los que me permití entender con exactitud qué era lo que estaba sucediendo, quién era la persona a la que estaba buscando.

Nathan, el hermano de Chloe, quién resultaba ser Blake, me había impedido llamarlo por su primer nombre en lago. El chico al que le había confiado todo el peso de mi investigación era el mismo culpable.

Todo estaba más claro ahora, y agradecí que Alex no fuera el Poeta Falso. Aún así, sonaba muy idiota con todo lo que había descubierto.

Alguien tocó en mi puerta dos veces. Me levanté de la cama y caminé en dirección a esta. No fue hasta que fui a ver quién era que comprendí la gravedad de la situación. Sus cabellos celestes estaban frente a mí, o bueno, detrás de la puerta, y su rostro molesto. Era todo lo que había podido observar a través de la perilla de la cerradura.

Mi corazón se aceleró, y supe que estaba en un peligro inminente, y que no debería haberme metido jamás en todo esto. El anotador blanco y negro que había tenido en mis manos no era más que una forma de ser un blanco seguro, ahora no había forma de esconderme, o de llamar a alguien que me rescatara. Blake era el hermano de Chloe, tenía bastante sentido, ahora que lo pensaba.

Él creía que Alex había sido el culpable del suicidio, tal como la rubia explicaba, y por eso mismo, se había acercado a mí. Me había atrapado en su juego para conseguir la información que requería y luego quitármela de las manos.

¿Ahora qué carajos haría?

No podía salir corriendo por ningún lado, y por un segundo deseé haber puesto más seguridad cuando me había enterado de que el anónimo entraba a mi casa siempre que quería. En cambio, me tomé las cosas a la ligera, y me confié en que Blake estaba al tanto de las cosas. Resultaba ser que había confiado en la persona incorrecta y que ahora este tocaba la puerta cada vez más irritado, gritando de vez en cuando: "¡Ábreme, Elena!" No tenía salida, y solo podía pensar en una persona. Alex.

No le había dicho todo lo que me pasaba, me había dejado llevar por Blake y sus manipulaciones, demasiado ocupada con mis cosas como para pensar en que quizás no decía toda la verdad.

Y ahora moriría.

Moriría justo en el momento en el que me había dado cuenta de lo mucho que merecía vivir.

Chloe se había sentido acorralada, al igual que yo ahora. Y recurriré a otra alternativa. Acabaré todo esto, y si sale mal y muero en el intento, bien. Por primera vez la muerte no me aterraba, en cambio, me llamaba a despertar de mi mundo ficticio para actuar bien por primera vez en mi vida. Los golpes en la puerta se hacían cada vez más fuertes, pero no llamaría a la policía, pues Blake les diría sobre el libro que Alex había estado escondiendo, esa pieza final para el rompecabezas de Chloe Fray, y complicaría las cosas para él. Todo había sido una trampa. Ahora su futuro estaba en peligro. Y el mío también.

Marqué el número de Alex, esperando con cada parte de mí que me respondiera. Tardó dos tonos, y yo no tenía exactamente todo el tiempo del mundo, pero aún así, sentir su voz fue una descarga de adrenalina que recorrió mi cuerpo completamente.

—Elena —aún seguía enojado por lo que había pasado el día anterior.

Yo estaba en peligro, pero antes de notificárselo, prefería decirle por primera vez lo que sentía.

—Te quiero, Alex, de verdad. Y sé que me he comportado como una idiota, pero lo último que quería era perderte, más bien... —un golpe en la puerta aún más alto me hizo desconcentrar de mis declaraciones, temiendo que esta haya sido abierta, pero no fue así. Suspiré aliviada—. Los días tienen más color cuando te veo. Y no voy a dejar que nadie te haga daño. Quería... —mi voz se quebró—. despedirme. Espero que me recuerdes por un largo tiempo...

Elena's FacesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora