Capítulo 16.

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De vez en cuando, en la adolescencia, sucede que tienes dos pensamientos totalmente diferentes sobre una misma persona. Y te confundes a ti misma intentando analizar qué sucede contigo, por qué te sientes de esa forma, y por qué tus acciones contrarían a tu conciencia. Si la estuviera escuchando en este momento, Alex ya se hubiera ido a patadas de mi habitación.

Nuestros besos continuaron por un tiempo, mientras yo suspiraba con una leve sonrisa en mis labios, para calmar la respiración antes de que mi corazón escapara de mi pecho. Nuestros labios eran casi uno solo, y yo quería más y más, sin saber dónde debería de parar.

No quería pensar las consecuencias que esto tendría más adelante, cuando pensara con claridad, sin las millones de hormonas que me incitaban a más.

Yo continuaba sobre la pared, con las manos contrarias recorriendo mis muslos, mi cabeza suavemente contra la pared, mientras sus labios recorrían mi mejilla. Recordé a la rubia a la que había obligado a desnudarse luego de esa fiesta que había tenido el descaro de organizar en mi casa, sin el menor esfuerzo en que yo estuviera presente. Pero, en el momento en el que empezó a caminar en dirección a la cama matrimonial que mis padres habían compartido por casi una década, mis pensamientos sombríos desaparecieron, evaporándose con la calentura de la situación. Sus pasos sonaban rápidos, apurados, y a los pocos segundos estaba ya depositando mi cuerpo sobre el suave colchón. Abrí los ojos de a poco para observar sus ojos, y encontrándolos mirándome con deseo. Me debatía en una guerra contra mí misma.

Solía pensar que mi primer beso sería mágico.

Y así lo logré, se lo entregué a aquella persona que creía que era lo suficientemente especial como para poseerlo. Fue lindo, pero la decepción no tardó en consumirme, cuando a los pocos días discutí por mensaje de texto con ese chico al que había querido tanto. Me arrepentí al instante y me dije a mí misma que los besos no importaban, sino los recuerdos que teníamos de ellos. Podría odiar a Alex en unos minutos, por eso mismo no ponía expectativas en aquellas cosas.

Sus ojos mantuvieron nuestra mirada por unos segundos.

Mi mano se transportó a su mejilla y le observé relamiendo suavemente mis labios. Su cuerpo estaba sobre el mío y mis piernas estaban sujetas a su cintura, así que todo mi cuerpo estaba apoyado al de él. Me sentía volando en una nube, cuando una sonrisa se esbozó en mis labios, y él imitó mi gesto. Yo estaba en mis anchas, y ambos habíamos detenido nuestros movimientos para mirarnos, sin palabras.

Por un momento imaginé que éramos dos jóvenes amantes separados por nuestras familias, Romeo y Julieta, una de las novelas que había leído el año anterior en el colegio. Me permití recordar el parecido del Romeo de mis sueños con Alex, quien estaba sobre mí, sin moverse en absoluto, solo mirándome como si tuviera un grano y estuviera a punto de reventármelo, se lo veía concentrado en lo que fuere que observaba, y yo miré las constelaciones en sus mejillas, sus pecas perfectamente sincronizadas, sus largas pestañas, mucho más que las mías.

Sonreí para mis adentros, mientras luchaba por no romper el momento y preguntarle qué le parecía tan interesante que no me quitaba la vista de encima. Mis manos se acercaron a sus brazos, que estaban a ambos lados de mi cabeza, y empecé a acariciar estos. Demostraban días y días de gimnasio y mucho esfuerzo, quizás de allí salían las marcas en sus manos magulladas. No lo entendía.

¿Qué podría ver un chico así en mí? No es como si fuera en algún momento a plantearse en salir conmigo. Negué con la cabeza mientras cerraba mis ojos con fuerza. ¿Por qué era tan tortuoso? ¿Para qué ilusionarme? Su voz en mi cabeza resonó, al igual que todos aquellos momentos en los que no quería recordar algo que lamentablemente recordaba: "¿Crees que estaría con alguien como ella?" "Ya sabíamos que era patética..." Quería que se alejara de mí lo más rápido posible. No quería volver a verlo. Me dije a mí misma que era una burla de parte del universo poner a este chico a mi alcance, para quitármelo antes de poder tomarlo entre mis manos. Había algo, el mundo me odiaba tanto, debía de hacerlo si era capaz de crear tanto sufrimiento en mi cuerpo.

Elena's FacesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora