Capítulo 44.

22 4 1
                                    

Esperé, ansiosa a que el horario escolar acabara. Estaba muy orgullosa de todo lo que había sucedido, había intercambiado celulares con las chicas a las que acababa de conocer. Ahora tenía más de siete contactos en mi teléfono, las clases no se me habían hecho tan complicadas, algunos profesores eran simpáticos, mientras otros inspiraban puro respeto y terror.

Era curioso, una persona podía causarte muchas sensaciones apenas la conocías.

Las chicas a las que había conocido me habían tratado muy bien, estaba un poco preocupada por todo el asunto de Gretel, pero, según ellas, era normal. Supuestamente era la mejor amiga de la chica con tatuajes, o, al menos, ella la consideraba así, pero la otra simplemente se ocupaba de clavar puñales en su espalda.

Y, el mayor de todos, había sido el de esta mañana, cuando ella decidió inclinarse al amor platónico de la chica. Suspiré, eso debía de ser muy doloroso.

Con todo, las horas se pasaron estúpidamente rápido, y eso era todo lo que necesitaba, pues Alex me había dejado muy nerviosa con ese mensaje. Habíamos arreglado que pasaría por mí, y me llevaría a comer al mismo lugar donde fuimos en nuestra primera salida, demasiado tonta como para ser considerado una "cita".

No sabía qué era lo que planeaba decirme, pero sabía que complicaría las cosas al menos un poco, dudaba que hubiera hecho esa elección de palabras simplemente porque estuviera interesado en hablar sobre cómo me había ido en el colegio.

¿Qué tal si me decía que tenía a otra chica? ¿Y si ya no sentía lo mismo por mí?

Ya llevábamos dos meses juntos, y yo no podía dejar de pensar en todo lo que había pasado mientras tanto, nuestras citas, nuestras risas y su forma de subir mi autoestima incluso cuando estaba por el suelo, sin posibilidades de ser rescatado.

Suspiré suavemente, mientras negaba con la cabeza, al ver el auto negro de Alex aproximándose a mí. Me acomodé la mochila sobre mis hombros, miré en dirección a él con una pequeña sonrisa, aunque no podía evitar que las miles de posibilidades de charla me acosaran de cerca.

—Hola, princesa —me dijo, a través de la ventanilla baja, del lado del copiloto.

—Hola —sonreí en su dirección mientras me subía al auto y le miraba.

Intenté encontrar en sus ojos una señal de culpa, o arrepentimiento, pero, no encontré nada de ello. Su rostro tenía una mueca de preocupación, y yo tragué saliva, era más serio de lo que pensaba. Arrancó el auto y yo intenté evitar mencionar el hecho de que llegó por mi casi veinte minutos tarde.

—Lo siento, Len  —dijo después de unos segundos, yo seguía mirando por la ventanilla, observando la cantidad infinita de edificios que se extendían con nosotros.

—No estás bien —murmuré—. Y no me has enseñado a ayudarte.

—Esta vez, lo único que puedes hacer, es comprender —yo asentí y giré mi rostro hacia él. Apoyé mi mano en su muslo.

—¿Vas a contarme en el restaurante? ¿No crees que... sería mejor hablar aquí? Es más privado.

—Sé que crees que me necesitas, pero no es así, Len —dijeron sus palabras, de forma atropellada. Fruncí el ceño.

—¿Vas a irte? ¿Por qué mierda intentas convencerme de que estoy bien sin ti?

—No te pongas así, princesa.

—¿Vas a dejarme? —pregunté suavemente, tragando saliva.

—Sí.

No entraría en pánico, en cambio, esperaría a que fuera capaz de explicarse. No veía una razón vital para dejarme, a menos, claro, que ya no me quiera como solía hacerlo.

Elena's FacesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora