Capítulo 43.

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Desperté a su lado una vez más.

Mi cuerpo estaba cubierto por su brazo y, debajo de este, su camiseta, que me quedaba ridículamente grande, tapaba todo mi cuerpo. Estaba cómoda aquí, pero la realidad era que era incapaz de dormirme. Eran las 5:30 de la mañana, faltaba media hora para tener que levantarme, y dos horas completas para tener que ingresar a mi nueva escuela secundaria.

Los nervios me carcomían y agradecía tener a Alex, aunque esté dormido, para recordarme una y otra vez que no estaba sola. No podía creer que el verano se hubiera pasado tan exageradamente rápido, era muy frustrante, pero en cierta forma estaba tranquila de regresar a mi vida normal, ahora que había aprendido a vivirla de la forma más correcta. Debía ser feliz, tenía una familia, un chico al que podía llamar novio, aunque tampoco es que me hubiera hecho la gran pregunta. Una duda que se mantenía en mi cabeza la noche anterior, cuando nos unimos más que nunca, llegando a uno de los momentos más importantes en la vida de una chica.

Estaba contenta, más que nunca, y el único recuerdo que me quedaba de ello era el ligero ardor y el envoltorio de la protección que habíamos usado. Esperaba, por el amor de Dios, que mis padres no hayan oído nada. Una buena pregunta era qué habían hecho mis padres la noche anterior, después de todo, se suponía que mi madre dormía justo aquí, donde estaba durmiendo con Alex. No quería preguntar, suponía que no había querido interrumpir y se había dormido en el sofá.

La noche anterior había sido tan mágica y especial que una sonrisa se posaba en mis labios cada vez que lo recordaba. Sus palabras, su tono dulce, y la ligera presión en mis piernas.

—Avísame si te duele.

Y lo que dijo después, cuando el momento necesitó las palabras finales para acabar del todo.

—Siempre voy a quererte, Elena.

Todo había sido tan perfecto, algo que no esperaba viniendo de mí.

Se suponía que dolía, y que era espantoso, pero, en cambio, yo lo había sentido casi como una forma de demostrarle lo mucho que lo quería, y lo enamorada que estaba. El sentimiento fue mutuo, me hizo sentir tan querida que yo no tuve problemas en aceptar mi afecto hacia él.

Me sentí bonita, fina, deseada, miles de cosas que era incapaz de explicar. Se lo debía a él, cada una de las emociones que sentía, la felicidad pura, sumándole los nerviosismos de la nueva clase.

Minutos después, la alarma en mi celular sonó, y tomé este como la excusa ideal para empezar a prepararme, no podía llegar tarde, esperaba hacer amigas lo antes posible. No quería sentirme mal por ser el juguete nuevo, así cómo me había sucedido con el grupo de Alex, a quienes no veía desde hacía mucho. Después de lo de Blake, Alex decidió alejarse de ellos, aunque no me explicó la razón concreta. Él no me zambulló en preguntas acerca del tema, y yo me negué a recordar los acontecimientos de esa tarde, que fueron escondidos en mi subconsciente. El caso estaba cerrado, por lo tanto, ya debía ser pasado para mí.

Alex seguía dormido sobre mi colchón, roncando como una marmota, e hizo un pequeño gruñido quejoso cuando me levanté de la cama. Negué con la cabeza de un lado hacia otro, un ligero malestar se me formó apenas apoyé mi peso en las piernas. Tomé mis prendas de ropa, y observé mis sábanas, no había ninguna mancha allí, algo que me dejó tranquila. Me despojé de la camiseta del chico y me vestí con el uniforme escolar. Miré el reflejo a través del espejo y una sonrisa se extendió por mis labios mientras acomodaba mi ropa.

Tenía las mejillas coloradas y un brillo en los ojos, me sentía más viva que nunca, incluso con el color gris en mi falda y corbata.

—Te ves hermosa... —murmuró Alex, con un tono ronco.

Elena's FacesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora