Epílogo.

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—Cuando ellos se separaron, algo se terminó de romper en mí— digo—. Sin embargo, yo nunca me he considerado alguien normal.

Me encojo de hombros, y suelto un suave suspiro. El terapeuta me mira a los ojos, y luego baja la vista hacia su pequeña libreta, con la cual ya estoy familiarizada. Sus ojos marrones se concentran en mis palabras que recita en la hoja de papel. Ya no estoy nerviosa, pero, de todas formas, mis ojos intentan leer aquello que es tan importante de todo lo que dije. Escribe demasiado, y yo me reclino en el asiento, esperando a que responda algo, últimamente detesto hablar sola.

—¿Has hablado esto con ellos?

—Negativo —niego con la cabeza y me encojo de hombros.

—Hay muchas cosas que has dicho en estos últimos meses que me gustaría hablar con ellos.

Asiento, será muy interesante saber qué piensan de todo esto. Mi punto de vista de lo mucho que cambió mi vida desde que conocí a Alex. O bueno, desde que decidí dejar de lado todo lo que me hundía, provocando ahogamiento total, y decidí regresar a la superficie.

—Cuéntame cómo te ha ido cuando hablaste con Alexis la semana pasada.

Oh, claro. Por un segundo, creí que podría evitar contarlo. Pienso en que ya era bueno no tener más preguntas sobre lo que sucedió con Blake, era mucho pedir que no me obligara a hablar de Alex.

El pequeño espacio me parece, de pronto, más tenue que antes.

Las canas de Harry se blanquean, y yo me sorprendo de no haber notado antes la edad avanzada en la que él se encontraba. Otra vez levanta sus ojos marrones para posarlos en mí, de forma paciente. Debe atender a personas peores que yo. Hace meses que vengo a contarle mi historia, es muy comprensivo. Una de las cosas de las que nunca me arrepentiré, será pedirle a mi madre asistir a una sesión. Ya sin miedo, un enorme peso de mis hombros se desapareció de forma repentina.

—Hablamos, seriamente esta vez. Yo ya llamaba con la intención de cortar todo rastro de una relación, no dejaría que me cambiara el tema. Después de todo, desde hacía mucho que no era lo que solía ser —me encojo de hombros.

»—Gracias, Alex, por todo lo que hiciste por mí.

»Concluí mi monólogo, luego de explicarle muchas cosas que no estaban saliendo bien. Entre ellas, la distancia, los celos, la necesidad de un abrazo y no poder tenerlo, la falta de tiempo debido a nuestros atareados itinerarios, su repentina frialdad luego de la muerte de su padre.

»— ¿Este es el final? —preguntó.

»Me tragué la bola de tristeza que me recorrió totalmente, y busqué en mi fuero interno la fuerza suficiente como para responder a una pregunta tan complicada como esa. Una parte de mí, debo admitirlo, quiso decirle que no, que las cosas tenían una solución, que siempre era tiempo para volver a vernos y revivir esos sentimientos que se nos habían quedado olvidados en alguna parte de nosotros.

»Pero tenerlo tan lejos era tortuoso. Y temí volver a perderme a mí misma en lo que esperaba a que él fuera capaz de reencontrarse.

»—Bien. —dijo, al no recibir respuesta de mi parte.

»Sé que suena mal, pero ya me había dado suficiente, y yo me había esforzado por devolvérselo, al menos todo lo que pude. Soy muy nueva en todo esto de las relaciones. Y aún así, sé que, si la pasión no era la misma, lo mejor era ser honesta y hablar con él, porque las cosas se ponían más complicadas. Cómo ya te he dicho, la última vez que nos vimos, nos convencimos de que una relación a distancia no sería nada lindo, así que decidimos cortar. Y luego, al volver a hablar dos veces por día, durante el primer mes, cambiamos de parecer, después de todo, a ambos nos repudiaba la idea de imaginarnos al otro saliendo con alguien más. Era insoportable para mí saber que, con sus hermosas palabras podría llegar a enamorar a miles de chicas, y que yo dejaría de ser especial, para ser la molesta que lo sigue desde otra ciudad.

Elena's FacesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora