Epílogo.

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Madison.

Años después.

Cuando había perdido la esperanza de todo un pequeño granito de luz apareció en mi vida, Owen cambió todo desde el primer momento en que lo conocí es un antes y después, siempre voy a estar agradecida a que nuestros caminos se hayan cruzado de esa forma.
Muchas veces no creía en esa frase que el amor lo cura todo pero hoy debo dar fe de ello porque soy una mujer completamente feliz con todo lo bueno y malo que me pasó, aprendí, sufrí, crecí y sobre todo entendí lo que en verdad es el amor.

Soy feliz.

Totalmente feliz.

Mi felicidad no se compara con nada, soy una mujer plena no solo por mi trabajo porque me dedico a lo que me gusta sino también por mí hermosa familia, tengo a un maravilloso esposo a mi lado, un pequeño hijo de cinco años y pronto seré madre nuevamente.

Elliot es uno de los regalos más preciados que la vida me pudo dar, él es la luz de mis ojos es un pequeño calco de Owen, tan iguales hasta en los gestos con un carácter bastante explosivo que no sabía de dónde lo había heredado pero con un corazón enorme que daría todo lo que tiene con tal que ninguno de sus primos se sienta mal.

Ser madre me cambió todo, ni sabía si podría con ello pero día a día estoy aprendiendo es muy cierto que los hijos te enseñan mucho.

- Jefa - me llama Dana entrando a mi oficina. - El pastel de arándanos - agrega mostrando el paquete cerrado.

- ¡Gracias! - chillo emocionada.

Dana se había vuelto parte de mi staff que trabajaba en la fundación Meitzner dedicada a ayudar a todas las personas que eran víctimas de violencia de género, mujeres y niños que padecían constante maltratos por personas enfermas, es realmente triste la cantidad de mujeres que mueren en manos de sus parejas, niños que viven en hogares defuncionales y pierden a sus padres por estos temas, lo que tratabamos de hacer con la fundación es ayudarlos en todo desde una casa momentánea, ayuda económica como asistencia legal y psicológica.

- Tenemos una nueva chica con sus dos niños - me informa mientras yo comía feliz mi porción de pastel.

- Que Clary se haga cargo - ordeno observando la llamada entrante de mi papá.

- Ya le digo - contesta saliendo de mi oficina.

- Hola papá - lo saludo super feliz.

- ¿Cómo están hoy? - rápidamente me pregunta preocupado.

- Estamos bien, se portan bien - aseguro acariciando mi abultado vientre de seis meses.

- Maddie debes descansar hija - lo escucho suspirar - un embarazo gemelar es complicado - agrega y pongo los ojos en blanco.

- Papá estoy bien y me encanta seguir con mi trabajo - comento justo cuando observo a Owen entrar con Elliot que sostiene una pequeña caja entre sus manos.

- Testaruda como ... -

- Como mi padre - termino la frase riendo.

- Exactamente - contesta mientras se ríe. - Sabes que me preocupo mucho por ti, Maddie - asegura.

- Lo se papá, no te miento cuando te digo que estamos bien de hecho ya Owen está con Elliot en la oficina para llevarme a casa - sentencio mirando a mi esposo.

- Espero que sea cierto eso - interviene papá.

- Ven - lo llamo a mi hijo para que se acerque.

Owen toma la caja para que él venga más rápido y apoyo el teléfono en su odio para que hable.

- Hola abuelito - lo saluda con dulzura - ben, shi con papi la estamos cuidando - contesta mi pequeño y juro que quiero morir de amor. - Beso a la abuelita - agrega pasando nuevamente el teléfono a mí.

- Ya me voy a casa papá - acoto.

- Cuídate hija - dice antes de que cortemos la llamada.

- ¡Hola mami! - me dice mi hijo abrazándome. - Hola hermanitas - dice dejando dos besos en mi vientre.

Estaba esperando gemelas, dos niñas Clayton venían a la familia.

- ¿Cómo están mis bonitas? - consulta mi esposo cuando se acerca a darme un suave beso.

- Con ganas de ir a casa - declaro pidiendo ayuda para levantarme de mi silla.

- ¿Cómo se llaman mis hermanitas? - consulta Elliot con su ceño fruncido.

- Sophie y Emily - le recuerda Owen desordenado su cabello rubio.

- ¿Cómo le vamos a poner al conejo papá? - inquiere nuestro hijo y frunzo mi ceño.

¿Conejo?

- Puede que le haya comprado uno - acota Owen mirandome.

- Pronto tendremos un zoológico en casa - aseguro.

- Mira mami - habla mi hijo sosteniendo su caja para mostrarme a su nueva mascota.

- Es hermoso cariño - digo observado al pequeño conejo blanco.

- Se llamará Copito - sentencia con seguridad Elliot y sonrió feliz mirando a nuestro hijo.

- ¿Vamos a casa bonita? - escucho la voz de mi esposo.

- Vamos a casa - afirmo entrelazando nuestras manos mientras vemos como Elliot y su mascota salen primeros de mi oficina.

No podía ser más feliz.

No, no hay ninguna experiencia comparable a la de tener hijos, y a pesar de los retos a los que tuvimos que enfrentarnos, me siento dichosa por la familia que hemos creado.

Mi tesoro más grande es mi familia.

Ellos son mi vida por completo.



Simplemente Ella (8°SAI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora