I

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Sus ojos grises admiraron incrédulos la pantalla de su móvil cuando este emitió un pitido justo antes de apagarse.

"¿Qué demonios?"

Quitó con rapidez los audífonos negros del aparato y lo reinició.

No funcionó.

Sus cejas oscuras se fruncieron en una mueca de disgusto y su pequeña nariz se arrugó.

Pero... ¡Si te compré ayer! — chilló observando la pantalla del celular ultimo modelo que recientemente había adquirido.

Suspiró resignado y se quitó los audífonos para guardarlos junto con el equipo en el bolsillo delantero del impermeable negro que llevaba. Sus zapatillas grises golpearon con impaciencia el suelo mientras aguardaba el tren que cada noche lo llevaba a casa después del trabajo en la librería.

Su rostro se giró automáticamente en el instante en el que una voz comenzó a entonar con suavidad una melodía.

Un joven casi de su estatura y cabellos castaños se había parado a poco más de un metro de él. Sujetaba sobre su pecho una sencilla guitarra acústica de madera y a los pies reposaba abierta la funda de cuero de esta.

Hechizado, los pies del pálido se movieron un poco más cerca, sus ojos observando las suaves hondas castañas, los enormes ojos café rasgados siendo enmarcados por las delineadas cejas en un rostro de piel que asemejaba al café con leche, una nariz recta y pequeña y labios gruesos y rosados. Llevaba una ligera camisa blanca y unos pantalones negros mientras las pequeñas manos acariciaban rítmicamente las cuerdas de la guitarra.

YoonGi se preguntó si tendría frio mientras sus ojos se posaban en las finas clavículas que sobresalían del amplio cuello de la camisa.

El joven había cerrado los ojos mientras cantaba y el pelinegro no podía apartar la mirada. Sus labios parecían tan suaves y brillantes. Tan...

Los ojos café se abrieron y se encontraron con la mirada gris entre unas cuantas personas que, curiosas, se habían detenido a su alrededor.

El pálido tenía los finos labios entreabiertos y los felinos ojitos grises mirándole fijamente. Mechones pelinegros caían despeinados sobre su rostro.

El cantante sonrió, sintiendo un cálido sonrojo posarse en sus mejillas.

YoonGí desvió la mirada con rapidez a la par que un tren se detenía en la estación. Mordió dubitativamente su labio inferior y sus ojos volvieron a buscar apresurados al castaño, quien seguía cantando despreocupado.

El pelinegro dio un último vistazo antes de abordar el tren.

You're beautiful│Yoonmin.Where stories live. Discover now