XVIII

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¿Puedo... puedo preguntar algo? — susurró tímidamente el pelinegro. JiMin alzó la mirada del trozo de tarta de fresa que el mesero acababa de dejar delante de él.

Había sido una cena agradable, en un pequeño restaurante a un par de calles del apartamento de YoonGi. JiMin admiró la pequeña sonrisa apenada en el pálido rostro, como pidiendo permiso para saber un poco más acerca de él.

Claro que sí, hyung — respondió con una sonrisa que convirtió sus ojitos en suaves curvas — después de todo esto... como podría decir que no.

YoonGi asintió para sí mismo y sus dedos comenzaron a desmigajar con lentitud el pequeño muffin de arándano que había pedido como postre.

¿Por qué cantas en las calles? — soltó intentando contener parte de la curiosidad que lo abrumaba. JiMin soltó una risita que cubrió rápidamente con la palma de una de sus manos.

Soy estudiante de bellas artes, cruzó mi tercer año y bueno... en realidad... — acarició su nuca distraídamente — tengo pánico escénico. — Admitió avergonzado.

YoonGi se atragantó con el café. Tosió un poco, llevando la servilleta de papel a sus labios.

No puede ser... — susurró ahogado. JiMin se encogió de hombros.

Suelo... suelo cerrar los ojos cuando cantó... m-me... me congelo a veces.

¡Pero lo haces tan bien! — exclamó incrédulo el pelinegro — tu voz...

JiMin elevó la mirada. Los orbes plateados observaban fijamente su rostro.

Tienes un buen tono — afirmó el pálido con un suave sonrojo comenzando a colorear sus mejillas — tu voz, suena bien.

¿En verdad lo cree, hyung? — preguntó alzando un momento la mirada, con el inicio de una suave sonrisa — Siento que... es muy aguda. — Habló volviendo a bajar la mirada, algo avergonzado. Tenía un compañero en la universidad, un tal Kim TaeHyung, tenía la voz tan profunda y suave que fácilmente podría hacer llorar a alguien por lo bien que sonaba. — Creo que si práctico más quizá podré mejorar, me cuestan aún las notas muy altas, aunque no estoy muy seguro de que el color vaya a cambiar...

YoonGi parpadeó, frunciendo ligeramente el entrecejo.

No tienes que cambiar nada. — habló tranquilamente. JiMin volvió a observarlo, notando como poco a poco las inseguridades que se acrecentaban en su pecho, comenzaban suavemente a disolverse. — Mejora, pero no intentes cambiar el color de tu voz.

Pero hyung, hay un chico e-

No eres él. — cortó YoonGi, sintiéndose seguro de la dirección que tomarían los pensamientos del castaño — Quizá, él también tenga una bonita voz, o no. No lo sé... — YoonGi se encogió de hombros — Solo sé que no mejorarás si te comparas, solo vas a frustrarte. Me gusta tu voz... —Sonrió el pelinegro. JiMin pareció iluminarse.

¿En serio?

Es agradable. Suave y... — YoonGi no solía hacer muchos cumplidos, pero JiMin en realidad parecía necesitarlo. — Solo... creo que nunca he escuchado algo así. Es en verdad muy bonita.

A Jackson no le gustaba que cante en casa — murmuró vulnerable, bajando la mirada — decía que... mi voz lo aburría.

El ceño del pelinegro se acentuó hasta que ambas cejas estuvieron a punto de tocarse, sus ojos escanearon incrédulos al chico sentado en frente. JiMin parecía apenado y bastante inseguro sobre el talento que poseía. Después de casi dos semanas viviendo juntos, YoonGi podía confirmar que el castaño era verdaderamente muy suave, receptivo a su alrededor. Su corazón se encogió al recordar como a veces amanecía con JiMin recostado sobre su pecho, o siendo rodeado en un abrazo, se asustó un poco la primera vez que uno de los brazos del castaño lo había envuelto y había sentido a JiMin reposar tranquilamente la cabeza contra su espalda, pero descubrió con rapidez, que era solo JiMin, y la calidez y dulzura de su corazón solía ser mostrada de esa manera, con pequeños tratos como comprar flores y preparar el desayuno, y acercamientos, cómo abrazarle mientras dormía. YoonGi no podía siquiera imaginar, lo terrible que había sido exponer a un corazón como aquel a un trato brusco o desprovisto de afecto... el castaño le parecía una de esas personas hechas para recibir amor, y comenzaba a asustarlo el hecho de no saber cuándo había sido la última vez que alguien le había dado un cumplido o había siquiera intentado algo agradable por él.

Las personas así necesitan amor.

¿Hyung? — llamó suavemente el castaño, rompiendo la momentánea burbuja en la que se encontraba el pelinegro.

Jackson, era un idiota. — Hablo con firmeza, como si fuera lo único que estaba verdaderamente claro en el mundo. — Y si vuelvo a escuchar algo parecido a que tu voz no es ni siquiera la mitad de increíble de lo que es, dormirás en el piso de la habitación.

¡Hyung! — exclamó con sorpresa.

Habló en serio, JiMin.

Una pequeña sonrisa crispo los labios del castaño, quien solo agachó la cabeza y negó sutilmente.

De acuerdo. — musitó.

Bien. 

You're beautiful│Yoonmin.Where stories live. Discover now