XXVIII

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Hacía frío cuando ambos volvieron a casa esa noche, en silencio.

Aquí está. ~— canturreó alegremente el castaño retirando el pequeño macetero de la bolsa de tela, YoonGi dejó la taza de té en la mesita frente a ambos, sentándose en el sofá al lado de JiMin. — ¿No es bonita, hyung?

El pálido se inclinó hacia la florecilla blanca de suave centro purpura y amarillo que crecía delicadamente en el fino tallo.

Se ve... muy pequeña... — susurró— Me explicaron que pueden vivir mucho tiempo pero parece tan... frágil... ¿La llevarás a Busan?

JiMin ladeó el rostro, lo suficiente como para observar a detalle el pálido rostro de suave perfil, los felinos ojos grises admiraban en silencio la orquídea mientras la yema del índice contrario acariciaba con suavidad envidiable, casi fantasmal uno de los pétalos. JiMin disfrutó de aquella extraña quietud pacífica que había descubierto, podía solo obtener sentado al lado de Min YoonGi. Rodeado de personas, en una feria, en el parque, las personas pensarían que no, pero incluso solo, el ruido existía. El miedo al futuro, la ansiedad, el temor a las decisiones equivocadas, JiMin era sumamente dedicado a la perfección y eso solía abrumarlo. Siempre, había ruido. Con YoonGi, todo enmudecía. Con YoonGi, todo era cálido. Con YoonGi, él había encontrado confianza en sí mismo, había finalmente encontrado paz. Fue desconcertante la primera vez que lo sintió, ¿no se suponía que el amor debería traer sobresaltos y toda una revolución en su interior? ¿Qué era toda esa... toda esa paz? ¿Por qué había tanta calma?

¿JiMin? —susurró YoonGi acercándose con lentitud a su rostro. — ¿Está todo bien?

Sí. — repuso con rapidez. — Ah, no la llevaré a Busan, hyung. Yo... —YoonGi le observaba con curiosidad, cuando sintió un nudo estrujar su garganta. Bien, de acuerdo. Ahí está la emoción... pensó con ironía. Bueno, supongo que siempre que vas a decirle a alguien que te gusta, hay nerviosismo... L-la... compré para usted. — Dios... hacía tanto calor, él iba a hacerlo, realmente iba a hacerlo, percibió el sonrojo inundando sus mejillas mientras respiraba lo más lentamente posible para calmar todo eso en su estómago, desvió la mirada del pálido a la pequeña flor entre sus manos — puede ponerla en la cocina, al lado de la pequeña ventana arriba del fregadero, o en su habitación, es pequeña y ya le hablaré de sus cuidados, por ahora yo veré que esté bien... pero cuando vuelva a Busán usted deberá cuidarla, entonces yo... — YoonGi suspiró suavemente y en un arrebato de valentía, sostuvo la nuca contraria con una de sus manos, atrayendo el rostro de JiMin hacia el suyo, antes de inclinarse para rozar sus labios.

Fue rápido, y apenas existente, el choque sutil de aquellos labios finos contra los suyos. JiMin aún tenía los ojos cerrados cuando el pelinegro se separó, con enormes ojos de impresión.

J-Jimin, perdona... yo...  — las mejillas pálidas tomaron color con rapidez cuando YoonGi se alejó un poco en el sofá — Yo...

JiMin inhaló profundamente, antes de elevar una de sus palmas en dirección al pálido, deteniendo cualquier disculpa. Se inclinó hacia adelante, colocando cuidadosamente el masetero en la mesita, antes de girase en dirección a YoonGi y acercarse a él en el sofá. El pálido rehuyó su mirada con timidez, mientras estrujaba sus dedos con nerviosismo en cada inhalación... El solo... había dicho que iba a irse de nuevo, YoonGi no lo había soportado...

¿Hyung? — susurró JiMin, YoonGi hizo un pequeño sonido de asentimiento para darle a conocer que sí lo estaba escuchando, sin embargo, su mirada permanecía en una manchita roja en la pomposa alfombra de color café claro... ¿Cuándo había ocurrido eso?, quizá, pensó, podría ser vino... el pelinegro parpadeó con sorpresa, cuando sintió las pequeñas palmas del menor, acunar su rostro con ternura, dirigiendo su mirada gris hacia la café, JiMin se hallaba sentado sobre sus rodillas, con su cuerpo casi inclinado sobre el extremo del sofá en el que él se encontraba, observó fijamente los orbes grises, antes de que sus labios se curvaran en la pequeña sonrisa que antecedió a un beso.

Esta vez, fue un beso real.

Tímido y torpe, casi con temor, pero cuando los labios de ambos parecieron comprender mejor la realidad, YoonGi amoldó con suavidad su boca a la gruesa boca del castaño, presionando entre la suya el labio inferior de JiMin, sujetó su cintura, para tirar con lentitud apacible de su cuerpo hacia el suyo, atrayendo su rostro lo más cerca que podía de él, sostuvo su nuca y una de sus manos descansó en la cintura contraria, percibiendo la suave lana blanca del largo sweater de JiMin. Se deshizo un poco cuando sintió una de las manos del castaño, acariciar su pecho sobre la fina camiseta de algodón gris... No quería romper eso, ese tenue contacto entre ambos... era templado y flojo, como el cariño de dos amantes un tibio domingo por la mañana. El castaño inhaló con dificultad, separándose apenas de los labios contrarios. YoonGi sujetó entre una de sus manos, la mano de JiMin que aun yacía sobre su pecho.

No soy Jackson. — murmuró apenas audible, intentando concentrarse en un punto tras el rostro que tenía en frente, evitando así mirar a JiMin, quien parpadeó confuso. — Jamás seré así de grande o... no sé si quiera ser rubio. Soy obstinado, no me gusta el ruido... las multitudes... no soy... — las cejas oscuras se crisparon apenas en un mohín de frustración, el cual deshizo en un suspiro — no soy el más atractivo chico de aquí y no tengo mucho dinero JiMin... pero... — YoonGi apretó los parpados un instante — pero... soy bueno. — susurró débilmente. Qué podría ofrecer a JiMin alguien como yo... pensó con tristeza, sus pulgares hacían círculos en el dorso de la pequeño mano que aun descansaba en su pecho, sintiendo la tibieza en la piel contraria.

Hyung.— llamó el castaño moviendo un poco su rostro, hacia el campo de visión de las grises pupilas — Eres mejor que eso.— afirmó con seguridad el castaño. — Confía en mí. Eres... — JiMin ladeo el rostro, mientras buscaba en su mente una cualidad con la que pudiera definir a YoonGi, con la que pudiera definir aquello que le hacía sentir, la ternura en su corazón, la forma en la que se preocupaba por él... — Eres hermoso, hyung.— susurró ocasionando un rubor aún más fuerte en el rostro contrario y una pequeña sonrisa en los labios que ya ansiaba volver a besar.






















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Se nos acaba la historia...

You're beautiful│Yoonmin.Where stories live. Discover now