XXIII

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Sus agiles manos terminaron de envolver el libro en el áspero papel color madera, le agradaba ese tipo de papel, aquel que hacía ver rústico el presente, ató con delicadeza la cinta roja de organza en un bonito moño y sonrío tenuemente al entregarlo al joven pelirrojo frente a él, quien animado, correspondió el gesto.

— ¡Wah!~ — exclamó — ¡Te quedó muy bonito! Uh... —se inclinó un poco, entrecerrando aún más su mirada café para ver la etiqueta en la que YoonGi ponía su nombre —... ¿Min... YoonGi?

Min YoonGi, sí.

¿Cómo haces para que quedé tan perfecto? — susurró sujetando cuidadosamente el libro entre sus manos y analizando los pliegues en los dobleces de la envoltura.

Práctica, supongo... — se encogió de hombros— envuelvo libros a diario, debería ser... bueno en eso... uh...

HoSeok. — Sonrió el pelirrojo — Jung HoSeok. El libro es para mi madre —se apresuró a aclarar — ...no creas que tengo alguien especial o... ya sabes, alguien... — dijo rápidamente, sus mejillas canela comenzaron a teñirse de un suave rubor cuando la mirada gris le observó algo aturdida — es decir, no veo como mi vida sentimental podría interesarte, pero estuve paseando cerca, porque en realidad no soy de aquí, ¿sabes?...vinimos de Gwangju a visitar a una tía, entonces compré hace unos días un libro para ella y yo te vi llevando unas cajas, mi madre se emocionó con el libro y quise regalarle uno también — el chico negó con una de sus manos torpemente, YoonGi parpadeó confuso, intentando centrar su atención en las coloridas rayas del sweater contrario, temía el rumbo de esa conversación — y tu... solo me pareciste, me pareces, bastante... uh... lindo, — el pelinegro asintió, perdido en un furioso sonrojo avergonzado —... no sé si quisieras... — HoSeok giró un poco el rostro hacia los grandes ventanales y paseo su mirada un instante en el exterior — ir a tomar un café, ya está oscureciendo y quizá saldrás pronto, pero si no quieres estará bien, no es como si quisiera forzarte — sonrió nervioso antes de dejar caer su cabeza tras sus palmas, viéndose apenado — de verdad lo siento, soy bastante mejor que esto para hablar, suelo incluso no hablar pero... estoy bastante nervioso...

Descuida... es... — susurró YoonGi intentando confortarlo. Sonrió cuando el recuerdo del castaño se dibujó suavemente en su memoria, JiMin tenía el mismo problema cuando se ponía nervioso. — tierno. Me gustaría, en verdad me gustaría acompañarte. Pero salgo con alguien justo ahora y no creo que sea buena idea, lo lamento.

— ¡Sí! ¡No hay problema! todo bien. Eh... gracias por el libro. — se despidió lo más rápido que pudo sin perder la sonrisa, antes de sujetar el obsequio contra su pecho y casi correr a la puerta.

Cuando se encontró solo, YoonGi suspiró hondamente.

Un chico más que terminaba espantando.

¿Debería haber dicho que sí?, pensó con pesar. No es como si él estuviese verdaderamente interesado, pero sabía que no olvidaría a JiMin solo quedándose en casa viendo los mismos capítulos de Pretty Little Liars porque temía avanzar a los que no había visto con el castaño. No era la primera cita que rechazaba, pero no consideraba justo salir con alguien sin un verdadero interés en conocerlo. Eso de quitar un clavo con otro clavo, estaba bastante seguro, no era lo suyo. YoonGi no estaba interesado en herir a alguien fingiendo un falso interés.

¡YoonGi hyung! — Llamó NamJoon desde la trastienda — ¡SeokJin traerá una entrega! ¡Deje que me quede yo a arreglarla!

YoonGi frunció el ceño ligeramente.

¡¿Estás echándome?! — el castaño se asomó, para estar a punto de cerrar y haber pasado gran parte de la tarde ordenando libros en un sótano, se veía bastante presentable, pensó YoonGi. Tenía el cabello cuidadosamente desordenado y la camisa rosa bajo el delantal incluso parecía recién planchada, como si se hubiera... — ¡Cuando entraste no traías esa camisa! — exclamó burlón el pelinegro alzando ambas cejas. NamJoon rodó los ojos.

Yah, hyung, no me molestes. Jin solo quiere que le hable de historia, dice que la mitología griega le parece fascinante, traerá un cargamento de libros de la historia de Grecia y Atenas y algunas obras antiguas y...

¡Son unos nerds! — rió YoonGi — Oh cielos, te enamoraste del repartidor de libros... — carcajeó incrédulo.

NamJoon apartó la mirada café cuando sus suaves mejillas se oscurecieron apenas, aun así, YoonGi sonrió mientras se quitaba el delantal y lo colgaba en el perchero a un lado, el pelinegro buscó en sus jeans una pequeña cartera de cuero café, de la cual retiró algunos billetes con los que señaló a NamJoon.

Hay una panadería a tres calles — habló sin perder la sonrisa — los croissants con mantequilla son buenos, los postres italianos también, venden vino. Ve y compra algo para que le ofrezcas a SeokJin, el vendrá aquí y te escuchará hablar sobre cosas que ni siquiera sabes si le interesan porque puede que también tú le gustes y esto solo sea una estrategia. Lo único de lo que estoy seguro, es que puede que se encuentre cansado porque es sábado y podría tener hambre, me quedaré aquí hasta que llegues porque no podemos dejar solo el lugar. Toma tu tiempo y elige algo que creas que le guste, no tengo prisa.

NamJoon parpadeó un par de veces con sorpresa, mientras salía lentamente de la trastienda.

— ¿Hablas enserio? — YoonGi asintió con la cabeza. — ¿No vas a burlarte?

El pelinegro bufó antes de lanzar sobre él una suave mirada irónica.

Claro que sí, pero quizá después, cuando descubramos si tengo razón. Ya sabes, cuando estén juntos y eso. — Se encogió de hombros, NamJoon agachó tímidamente la mirada, pero el atisbo de una sonrisa de agradecimiento destelló en su rostro — Anda ya, esperaré aquí.

Gracias, YoonGi Hyung. — susurró sujetando el dinero que el pálido ofrecía.

—Descuida. Ve ya, esperaré aquí.

You're beautiful│Yoonmin.Where stories live. Discover now