VI

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Un par de cuadras más y estaría gritándole a algún operador.

Sus pequeños dientecitos castañearon cuando una fría brisa golpeó inclemente su rostro. Sus manos viajaron a la gruesa bufanda de lana vino, dando una vuelta más a esta con la intención de protegerse mejor del crudo invierno. Sus manos envueltas en mitones grises halaron aun más el gorro negro en un intento de proteger sus orejas. Sus brazos aferrándose al afelpado abrigo negro ante la necesidad de un poco de calidez.

Sus botas se detuvieron instantáneamente cuando lo escuchó.

YoonGi interrumpió sus pasos y giró el rostro buscando alarmado en todas las direcciones, sus felinos ojos grises vagaron por la calle vacía, para luego posarse en el parque de juegos en frente. Dio un pequeño brinquito cuando volvió a escuchar el gemido ahogado y sin pensarlo dos veces, se dirigió hacia el lugar.

Parecía vació y desolado.

Los arboles habían sido despojados de su verde follaje y algunas gotas de lluvia se habían cristalizado en los troncos, la resbaladilla con agarraderas amarillas e incluso los columpios con sus asientos coloridos se veían demasiado fríos como para si quiera considerar el sentarse en ellos. YoonGi vislumbró unas banquitas de madera vacías y su ceño comenzó a acentuarse.

Negó con la cabeza y se dispuso a marcharse.

Pero volvió a escucharlo.

Un sonido ahogado que estremeció su pecho. Agudo y frágil.

Se acercó tímidamente al tubo de plástico azul que descansaba a unos metros de él y cuando se inclinó, sus ojos se abrieron enormemente.

Abrazaba sus rodillas fuertemente contra su pecho mientras el bonito rostro estaba inclinado sobre sobre sus muslos. El delicado cuerpo se sacudía - en parte por el frió, en parte por intentar contener las lágrimas - YoonGi se preguntó cómo alguien había podido entrar ahí.

Se acuclilló en el extremo más cercano a él, ocasionando que el castaño volviese la mirada con rapidez. YoonGi pudo distinguir como el terror reflejado en los orbes café comenzaba a disiparse, así que gateó con torpeza hasta quedar sentado frente a él.

Creí que era más pequeño, aquí. — musitó incrédulo.

E-eso es... porque... e-eres...pe-queño. — contestó en voz baja.

¡Tú también entras aquí! — recriminó YoonGi.

Ta-también... soy... pe-pequeño. — habló sorbiendo por la nariz mientras limpiaba las lágrimas en sus mejillas.

YoonGi observó el pálido cuerpo y su corazón se detuvo cuando fue capaz de notar que traía la misma camisa ligera y descubierta de hace unas noches atrás y los mismos pantalones. Sus dedos comenzaron rápidamente a desabotonar los grandes botones negros del abrigo, ocasionando que el castaño se apretara contra el plástico del tubo, intentado alejarse de él.

¡¿Qué haces?! – chilló con el corazón latiendo atemorizado en su pecho. YoonGi se detuvo con extrañeza. 

— Uh... Vas a congelarte... vestido así.

El cuerpo del castaño pareció relajarse un poco y también su rostro, pero sus ojos aun eran cautelosos mientras miraba al pálido quitarse el gorro, la bufanda y sus mitones.

Ponte esto. — ofreció pasando cada una de las prendas.

Los ojos castaños miraron dudosos al joven que había comenzado a temblar, antes de aceptar tímidamente sus ropas.  

You're beautiful│Yoonmin.Where stories live. Discover now