Marca ⟩ MinSung ⟨

>>14<<

¿Cómo estaba?

Ah, de la mierda.
Sentía que su lobo lo acabaría matando por dentro por ser tan imbécil.

Su corazón dolía y se quebraba lentamente, como si cada cierto tiempo alguien le golpeara con un martillo.

Jisung estaba en el hospital.
Y era culpa de Minho, todo era su culpa.

—¡¿Qué mierda le hiciste?!— Las manos de un furioso Alfa lo tomaron por el cuello, tratando de romperlo con la gran fuerza que poseía el mayor de los hermanos.

—¡Brian, basta!— Afortunadamente para su cuello, un muy asustado Dowoon logró separar a su alfa de Minho.— No fue su culpa, tranquilo.

—¿Qué sucedió?— angustiada, la señora Kang se dirigió a Minho una vez este se repuso. Estaba alterada por su hijo menor.

— Lo atropellaron a la entrada de la escuela.— Seungmin respondió antes de que Minho pudiera siquiera pensar.

Había corrido por su culpa, él lo había arruinado todo.
Lo siguió, no tenía otra cosa en mente en ese momento.
Y cuando llegó vió el impacto, vió el cuerpo del omega golpear contra el pavimento violentamente y el auto escapar al instante.
Estaba aterrado, paralizado del miedo; Seungmin y Felix pudieron reaccionar primero que él.

Todo se arruinó.

—Minho, ¿Tú sabes por qué Jisung corrió?— El señor Han, para ser un alfa; era bastante sensible. Estaba realmente preocupado por su hijo y al momento de formular la pregunta, parecía a punto de quebrarse.

Pero quién terminó por romperse totalmente y ahogarse en llanto fue él.
No podía mirarlos a la cara, siquiera pudo mantenerse de pie y terminó llorando en el suelo de la fría sala de espera.

Fue consolado por Bang Chan, que puso una mano en su hombro; pero eso no sirvió de nada. Minho estaba sufriendo.

¿Qué hubiera pasado si confesaba ser él, quién marcó al Peliazul?

—Lo siento.— Fue lo único que dijo, y lo repitió hasta el cansancio. No podía pensar claramente, el lobo de Jisung lo estaba llamando, estaba agonizando.— Me está lastimando.

—¿Quién te lastima?— Chan fue cuidadoso al preguntar, sabía lo delicada que era la situación, pero no sabía cuánto.

— El lobo de Jisung. Mi lobo, ambos me están pidiendo auxilio...

—¿El lobo de Jisung?— Confundida, Kang miró al resto, solicitando una respuesta.— ¿Qué está pasando?

— Sucede que Lee Minho, es un Idiota.

—¡Brian!— Dowoon miró molesto a su alfa, le sorprendía que su pareja sea capaz de comportarse así en esa situación.

— Tiene razón.— Minho reprimió su llanto, por más que su cabeza dolía por los constantes llamados del omega y la alteración de su propio lobo, trató de mantener la compostura.— Soy un idiota.— Como pudo, se levantó del suelo y los miró a todos. Era momento de encarar la situación y lo sabía bien. Debía dejar de ser un Idiota que temía a sus propios sentimientos.— Jisung es mi predestinado. Y yo como un Idiota huí de eso, no quise aceptarlo. Sung iba a ser un omega abandonado, sabía que esa era la consecuencia de mi cobardía a enfrentarlo.— Se sintió intimidado por las miradas de odio, molestia y decepción que recibía, lo sabía, lo merecía.— Y-yo... Lo marqué.

Mientras Brian volteaba a ver a otro lado, totalmente molesto, ambos padres se miraron entre sí, y comprendieron la extraña actitud que su hijo menor tuvo últimamente.

— Estábamos ebrios...— Un nuevo sollozo se hizo presente, pero lo resistió cerrando su ojos por un momento.— Jisung no recordaba quién lo hizo. Estuvo todos estos días buscando sin cansancio al alfa. Preguntó a muchas personas, investigó, incluso lo ví deambulando en la calle. Es mi culpa, tenía el miedo suficiente a mí mismo como para enfrentar lo que era mi responsabilidad.

Sí, Jisung era su responsabilidad.

Era su omega, su predestinado, su pareja.

Era el amor de su vida.

¿Cómo fue tan idiota para dejar que eso pase?
Sí hubiera aceptado sus sentimientos desde el primer instante en que supo que Han Jisung, el Omega más hermoso e increíble que conoció en su vida, era suyo...¿Hubiera sido más fácil?

Tal vez no; nadie quería lidiar con un alfa que poco podía controlarse.

No era violento, era insaciable.

Un alfa con esa característica no era normal.
Un omega atado a ese alfa, no la pasaría realmente bien.

Pasó todo ese tiempo aprendiendo a controlarse, a soportar. E ahí, en motivo de sus escapadas a media noche, sus inasistencias a clases, su distanciamiento temporal que fue tomado como algo común por el resto, sus noches de insomnio liando con su situación.

Era lo que se catalogaba como insaciable.
Un alfa que podía llegar a perder el control de sí mismo, sólo si era necesario, y exclusivamente por su omega. No pararía hasta ver la sangre de sea quién sea que lastime a su pareja.

Las pocas veces que Jisung estuvo en peligro, era Minho quién reaccionaba, y quién luego huía.

Y quería huir, sabía que su lobo lo mataría si no le permitía acercarse a Han en esos momentos donde más lo necesitaba.
Estaba perdiendo la cabeza.

— Soy un alfa terrible. Todo este tiempo que trataba de aprender a controlarme, terminé descuidando lo a él.— Frustrado, llevó una mano a su rostro y cubrió sus ojos, no podía más.— N-no puedo...

Se quedó en silencio, sintiendo la dura mirada de los adultos.

— Será mejor que vuelvas a tu casa, Minho.

— P-pero señora Kang...

— No te hiciste responsable de Jisung en todo este tiempo. — Le interrumpió, mirándolo decepcionada.— ¿Por qué lo harías ahora?

¿Qué podría decir?
Ni siquiera sabía si podía hacer lo correcto, algo bueno siquiera.

Pero era su omega el que estaba en emergencias, era su destino el que estaba ahí.

— Porque lo amo, y sé que él a mí. Desde que iniciamos el lazo, su lobo me habla; me reclama. Logré entenderlo, logré sentir lo mismo por él. Cada noche me regañaba por no dormir lo suficiente o me calmaba cuando estaba desesperado, todo eso cuando estábamos tan lejos y no teníamos idea de quién lo decía. Y eso era increíble.— Suspiró.— Puedo hacer las cosas bien, puedo ser al menos un poco de lo que Jisung merece, porque él merece algo mucho mejor que yo. Y me iré si usted lo exige, pero por favor; permítame quedarme hasta que estemos seguros de que está bien.

La mirada que recibía era dura, Jisung era tan parecido a ella.
Pero Jisung no tenía comparación alguna, era algo etéreo y aún así, algo tan llamativo como para que todo el mundo le notase.

— Entonces, cuéntame.— Se vió confundido ante la voz de la mujer.— ¿Qué es lo que te está diciendo ahora.