Florencia, de madrugada

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Florencia llegó de emergencia con un shock hipovolémico. Delgada en extremo, angulosa, de fino cabello rubio natural y unos profundos y enormes ojos azules. No quiso suicidarse, pero la encontraron al borde de la muerte, desangrándose en el centro de un charco de sangre que empezaba a coagular. Tiene dos hijos, de cuatro y seis años.

Florencia es muy infeliz—no se identifica con su vida—, toma trabajos eventuales que le ayudan a sobrevivir; pero esta madrugada se agotó su paciencia, no quiso seguir esperando. Es que lleva mucho tiempo queriendo ser una mujer completa, pero no entiende que el proceso es lento: Tratamiento hormonal al principio, asistencia psicológica y espera de por lo menos dos años.

Esta madrugada, la angustia le ganó la batalla.

—"Siempre supe que era mujer— desde chica— pero hice pareja, tuve hijos y un día dejé de intentar esa pelea inútil de ir en contra de mi naturaleza".

Con su voz profunda explica que quiso acortar el tiempo de la espera, tomando una navaja para eliminar los testículos— algo que odiaba y quería erradicar de su vista y de su vida.

Tiene 26 años, un caminar felino y genuina dulzura; pero después de este episodio, su historial psiquiátrico la ubicará mas abajo, en la lista de espera para la cirugía de cambio de sexo.

 Mas lejos de ser Florencia, teniendo que sufrir el castigo de haber nacido Manuel.

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