En la sala de espera del quirófano, una mujer en ropa de cama y a medio vestir, lloraba desconsoladamente. El esposo entró en guardia con una hemorragia y se resolvió una cirugía de urgencia. Fue de madrugada —como la mayoría de las veces —, cuando la señora despertó alarmada; la cama estaba empapada con sangre que provenía del cuerpo de su marido.
El hombre de 65 años, llevaba tiempo tratado por un proctólogo,debido a las hemorroides que lo aquejaban. Últimamente, el médico había resuelto cambiarle la medicación y seguramente, esta era la causa de la pérdida de sangre. Tres horas después, el cirujano informaba a la esposa que el hombre se recuperaría.
Todo paciente, tiene derecho a que su intimidad sea preservada, por ello no mencionaron a la señora, que el sangrado nada tenía que ver con la medicación, sino con el estallido de una bombilla eléctrica, las viejas lámparas de tipo incandescente, que alojada en el recto, se introdujo mas profundamente de lo que el usuario acostumbraba y estalló por la presión ejercida. La cirugía exploratoria, debió retirar cientos de pequeños trozos en los que se dividió el artefacto. Días después, con alta en mano, la esposa lo retiraba feliz, prometiendo no volver al consultorio de aquel proctólogo que había perjudicado tanto a su esposo. El hombre aseveraba con la cabeza.
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Animales humanos...Crónicas de guardia.
Non-FictionAños de experiencia laboral en contacto con un gran abanico de bajezas humanas, muchas veces han conseguido minar mi espíritu. ¿De cuántas cosas podemos ser capaces?: ¡De todo! Estas historias son una recopilación de hechos reales guardados en la me...