Animales humanos...Crónicas de guardia.

El inocente

La sala de maternidad de cualquier establecimiento de salud, debería ser un lugar de algarabía, ya que al fin los protagonistas conocerán al producto de 9 meses de espera. Esto...no siempre es así.

Madrugada de viernes, llega una mujer de unos 25 años en estado de embarazo avanzado, presentado un shock hipovolémico, se constata la existencia de signos vitales débiles, producto de la hemorragia. Su pareja, que es quien la trajo, asegura que llegó de su trabajo y la encontró en estas condiciones, por lo que pidió ayuda a un vecino para que los acerque. Luego de las maniobras de estabilización, el monitoreo fetal constata la ausencia de latidos fetales, el estado general era de extrema gravedad por lo que se resuelve la cirugía de urgencia.

Luego de la intervención se comprobó que el cuadro se debía a maniobras de aborto, seguramente  realizadas en una clínica clandestina y cuyo resultado fue la perforación del útero, por lo que se le debió realizar una histerectomía. Los trozos de lo que debió haber sido un niño varón con 30 semanas de desarrollo, se desperdigaban en varias bandejas de cirugía para estudios, los cuales concluyeron que el deceso se produjo por maniobras mecánicas con elementos cortantes.

La entrevista con la secretaria de juzgado aclaró las cosas. La paciente se enteró de que su pareja le fue infiel en dos oportunidades y sabiendo cuanto deseaba ser padre, encontró su venganza privándolo de esa alegría. Por comentarios, ella sabía de la existencia de la clínica, en la que le informaron que el procedimiento expulsaría el feto naturalmente y nadie se enteraría de lo ocurrido, tras esto la mandaron a su casa en donde la encontró su marido.

 Después de lo ocurrido, la clínica en cuestión cerró sus puertas y sus directores desaparecieron sin dejar rastro. El hombre se separó de su mujer y ella, con los años quiso adoptar un niño, pero le fue negado por considerarla psicológicamente inestable para la crianza de un menor.