Todo queda en familia

31 11 10
                                    


Esta historia, fue la causante de estremecer de horror a una popular barriada de Lanús, en el sur del gran Buenos Aires. Como sucede en la mayoría de las veces, nadie imaginaba que aquella familia, radicada en el lugar desde su época fundacional del barrio obrero, pudiera guardar un horripilante secreto durante años.

Los Romero ocupaban una casona antigua, herencia familiar cuya fachada de ladrillos de "15" vivía cubierta por musgo, producto de la humedad y el abandono. El amplio terreno, de 40 metros de largo, se encontraba dedicado al cultivo de hortalizas, que vendían utilizando la visionaria leyenda de " Totalmente naturales, sin pesticidas". Doña Alcira y don Amancio tenían tres hijos, dos mayores de cuarenta años, un hombre y una mujer y Ester, una adolescente de dieciseis años. Esta muchacha fue la que "destapó la olla" según dirían luego los curiosos. Es verdad, que la familia concurría puntualmente a la iglesia para misa de los domingos, pero ese era prácticamente, el único contacto con las demás personas. Cultivaban, vendían y llevaban una vida austera y ermitaña. En una de estas salidas, Ester fue descubierta por un chico de su edad y se enamoraron iniciando un noviazgo, que consistía en verse 15 minutos antes y 15 después del colegio de señoritas al que concurría, ya que la chica era controlada permanentemente y no se le permitía demora alguna. La matrona, era quien se encargaba del poco contacto, que tenían con el mundo exterior y consintió que la niña estudiara por sus ruegos y llantos, temiendo que la negativa generara rebeldía. Todo marchaba bien para los jóvenes, hasta que una vecina indiscreta, felicitara a la madre por el reciente noviazgo de su hija. "Es un muchacho encantador, estudia y trabaja"—había dicho, pensando que alegraría a su futura suegra.

 Así se desató el drama:

A las cuatro de la mañana, Ester llegó desesperada al hospital, pidiendo ayuda al personal policial que se encontraba custodiando la guardia por esa época. "¡Lo van a matar! ¡Los escuché! ¡Por favor, ayudenme!". nadie entendía nada, pero cuando se tranquilizó, no podían creer, lo que la chica les reveló.

Sucedía que la progenitora, había procurado que nadie se introdujera en la familia; para lograr este cometido y que sus hijos permanecieran junto a ella, alentaba a los hermanos mayores,  a mantener relaciones sexuales entre ambos, actividad en la que también participaban ella y su marido. De estas relaciones incestuosas, la hija mayor había dado a luz mas de 10 niños a lo largo de los años, tanto de su hermano como de su padre; la madre, por su parte tuvo otros tantos , producto de las relaciones con su propio hijo. Todos los infantes, habían sido muertos apenas nacer, en el mismo domicilio y enterrados en la huerta familiar, para evitar que se supiera lo que allí ocurría. La hija menor, quien por esas raras cosas del destino, quedó fuera de ese círculo de perversión, era convencida de que los niños nacían enfermos y morían por esa causa, mientras era niña; luego se mantuvo en silencio, por temor a terminar de la misma manera que los bebés, que ya entendía cual era su origen. Los últimos años no habían vuelto a nacer bebés, tal vez por cuidado o casualidad,  pero al enterarse de la intensiones que tenían con su novio, la cosa cambió, ya no era posible mantener silencio. La casa de los Romero, fue allanada la mañana siguiente; los esqueletos de infantes, desenterrados uno al lado de otro ocupaban la parte mas productiva de la huerta. La madre maldijo a su hija por traidora, mientras la policía se llevaba a los cuatro. Ester fue a vivir con una tía, terminó sus estudios al igual que su novio, se casaron y tuvieron dos niñas. La casa de los Romero quedó abandonada, nadie quiso comprarla, ya que dicen que en las noches, se escuchas risas de niños jugando.


Animales humanos...Crónicas de guardia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora