Un buen doctor

28 10 10
                                    


Década del 90: 

El Jefe del Servicio de Maternidad, no solo trabajaba en hospitales, sino que era dueño de sanatorios particulares de prestigio en toda la zona sur de la provincia.

El mencionado profesional, llevaba años de ejercer el cargo, cuando tuve la desgracia de conocerlo. Siempre llegan comentarios entre pasillos, de los distintos integrantes del sistema de salud, ya que nos cruzamos y coincidimos en distintos lugares de trabajo, así como en jornadas y cursos de actualización. De esta manera, había oído que el jefe nunca cumplía con los horarios de atención, siendo que tenía a cargo a los médicos recién recibidos, que no contaban con la experiencia necesaria. Una queja frecuente, era que no se lo podía localizar,  firmaba asistencia—en esa época no había sistemas digitales y las planillas eran solo en papel— y hacía su mágica desaparición, pudiendo estar en el bar, en su domicilio o jugando cartas, hasta la hora en que aparecía para firmar su salida.

El personal médico a cargo no podía actuar en su contra, siendo él quien calificaba su desempeño y también quien les asignaba el trabajo. Una noche de mucho ajetreo, con varias mujeres en trabajo de parto, pude comprobar que este señor no tenía el mínimo interés cumplir con su rol. Varias veces lo había cruzado y esquivado sus bromas desagradables e intentos de manoseo, pero enfermería al ser independiente no estaba bajo su influencia, por lo que mi única obligación, era cumplir con las indicaciones respecto de los pacientes. Al tomar mi guardia a las 22 horas, encontré que el doctor era sostenido por varios de su jóvenes residentes, debido a que estaba completamente alcoholizado efectuando una episiotomía a una chica de 20 años, sobre la que estaba produciendo verdaderos estragos, debido a lo inexacto de los cortes, la mujer quedó peor que si hubiese sufrido un desgarro, completamente desbridada, lo que tardaría muchísimo tiempo en sanar, con la posible complicación de infección, dolor y llena de cicatrices.

Siempre tuve la misma convicción cuando me consultaron de el por qué preferí estudiar enfermería y es que creo que el médico trata la enfermedad y nosotros tratamos personas. De mas está decir que al ver lo que estaban permitiendo hacer a este hombre con la pobre chica, les dije que lo retiraran inmediatamente de la sala de partos y se llamara a otro médico de planta para continuar con la sutura. A todo esto el jefe me insultaba, tambaleándose y tildándome de loca, pero se retiró. A la mañana siguiente no recordaba lo sucedido. El colega que lo reemplazó esa noche, debe haber hablado con él, puesto que después se ocupaba de instruir a los residentes y practicantes, pero no se ocupaba de las maniobras en los partos, al menos en el hospital. La clínica era otro tema, aparentemente allí arruinó la vida de varias familias con su mal proceder y una mañana que se dirigía al bar, calló bajo una lluvia de balas provenientes de un auto en movimiento. En los pasillos se comentó que en una cesárea, cosió el útero a la vejiga de otra mujer, por lo que terminó en una septicemia y murió días después, el esposo estaba destruido y si bien nadie lo vio, todos pensaron que el buen doctor tuvo su merecido.


La episiotomía es un corte que se realiza en el canal de parto con tijeras especiales de cirugía y tiene por finalidad agrandar el canal, cuando la madre es primeriza o el bebé demasiado grande, es una forma de evitar desgarros que terminen en hemorragia y normalmente permite que el niño pase con mayor facilidad a través del canal.

Animales humanos...Crónicas de guardia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora