Capítulo 7

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Al fin puedo decir que he sobrevivido a la primera semana de instituto. Me gustaría que hubiera ido mejor, pero tampoco puedo quejarme.

De momento no he hecho ninguna amiga. Ser amiga de Eric tampoco me lo pone fácil, la mitad de las chicas de clase me odian por ello. Y no entiendo por qué, ¿acaso no tienen más oportunidades que yo de ser su amiga? Ellas llevan más tiempo en la misma clase que él…

Leah se ha hecho amiga de una de sus compañeras de inglés extraescolar, pero es demasiado empollona para mí. No me cae mal, pero no congeniamos del todo.

A Enzo le han cogido en el equipo de fútbol, y a finales de la semana que viene tiene su primer partido. Así que me obliga a entrenarle cada tarde. Aunque por ahora puedo hacer de portera y poco más, me canso demasiado corriendo.

—¿Esa es toda la fuerza de tu chute?

Enzo me mira con rabia y me vuelve a chutar una pelota. La paro sin problemas, sonrío para provocarle y frunce el ceño a más no poder. Me encanta hacerle rabiar.

Después de cinco intentos fallidos, al fin me marca un gol. Se pone a dar saltos como un loco y me mira con superioridad.

—Esa ni la has visto —me dice con cierta chulería.

—Tampoco te flipes, que te he parado cinco.

Leah sale al jardín con un libro en una mano y un zumo de naranja en la otra. Cuando me fijo veo que tiene cara de pocos amigos.

—Leah ayúdame tú también —Enzo se acerca a ella y la zarandea.

—¡Enzo para, me vas a tirar el zumo!

—Pues suéltalo, tienes que ayudarme.

—Ahora no.

—Tienes que intentar quitarme la pelota —explica haciendo caso omiso a lo que acaba de decirle Leah—. Hannah no puede ayudarme, no puede correr mucho rato.

—Yo tampoco —Leah se deshace del agarre de Enzo y se sienta en la mesa que hay bajo el limonero.

—¡Eres una amargada! —grita Enzo mientras se cruza de brazos.

La miro un poco confundida. No le gustan los deportes y obviamente no iba a ayudar a Enzo a entrenar, nunca lo ha hecho. Pero tampoco lo trata así normalmente.

—¿Porque no das un par de vueltas a la casa con la pelota? Así practicas el control.

Le revuelvo el pelo y le guiño un ojo. Él coje la pelota y hace lo que le digo no muy convencido. En cuanto ha doblado la esquina me acerco a Leah y me siento junto a ella.

—¿Qué te pasa?

—Nada —la miro sin expresión alguna durante varios segundos, finalmente ella resopla y deja el libro—. Adam quiere que tengamos una relación a distancia.

—¿Y tú qué quieres hacer?

Me mira durante varios segundos, luego baja la mirada al zumo y lo remueve con la pajita antes de darle un sorbo.

—Nada —se encoge de hombros—. No va a funcionar. No funcionaba estando juntos, ¿cómo va a funcionar a distancia?

—¿Realmente crees eso?

—Sí.

La miro a los ojos y veo que lo dice enserio, así que decido apoyarla en su decisión.

—Pues díselo.

—No es tan fácil. Se pone en plan pesado y llorica.

—¿En plan chantaje emocional?

Leah pone los ojos en blanco.

—Un poco.

—Pues si tienes claro que lo vuestro ya se ha acabado no debes ceder.

—Eso intento, pero como insiste me estoy estresando —dice al borde del llanto.

—No dejes que te siga machacando, si hace falta le bloqueas.

La abrazo y deja caer alguna lágrima. Intento consolarla, pero no se si lo consigo. Nunca he tenido novio, así que no se me dan muy bien estos temas.

—Ya he dado dos vueltas —Enzo se para frente a nosotras con la pelota bajo su pie derecho.

Leah se seca las lágrimas con la mano disimuladamente y se pone en pie.

—¿Con qué querías que te ayudase?

A Enzo se le ilumina la cara. Me mira y le guiño un ojo.

—¿Me ayudarás?

—Lo intentaré —dice Leah encogiéndose de hombros.

Enzo la agarra de la mano y se la lleva al centro del jardín mientras le explica emocionado a Leah lo que tiene que hacer. No puedo evitar sonreír al ver a Enzo tan contento.

—¡Hannah no te despistes! ¡Tienes que decirme en qué puedo mejorar!

—Poco tendrás que mejorar contra Leah.

Ella me fulmina con la mirada mientras Enzo se acerca a mí riendo y me choca la palma de la mano.

Un lugar donde volver a ser yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora