El dia que por fin le dan el alta a Lucas siento un gran alivio en mi interior. Primero, porque sé que significa que está bien, que todo va bien y puede volver a hacer vida fuera del hospital. Segundo, porque al fin dejaré de hacer viajes por toda la ciudad. Mi vida estos días se podría resumir en: levantarme, ir al instituto, preparar la comida y comer, ir a buscar a Enzo los días que me tocaba, ir al hospital a ver a Lucas, y algún día entrenar con Enzo antes de cenar y hacer los deberes.
Aunque tanto ajetreo me hacía olvidar que Eric no solo no me llama, tampoco responde mis llamadas. Volvemos a la época en que me ignoraba. Genial.
—¿Lucas ya está en casa?
Leah se asoma por el marco de la puerta de mi habitación, se queda ahí unos segundos antes de entrar.
—Sí, ha llegado hace unos minutos.
—¿No vas a ir a verle?
Mi hermana se sienta en la cama mientras me mira expectante.
—¿A su casa? —niego con la cabeza—. Ahora ya está bien, tampoco hace falta ser una acosadora —bromeo.
—Seguro que él estaría muy feliz —canturrea con malicia.
—Estoy con Eric —le recuerdo mientras alzo las cejas.
—Lo había olvidado —se da un golpecito en la frente mientras sonríe con malicia—. El chico fantasma.
Pongo los ojos en blanco.
—Debe estar ocupado.
Ahora es mi hermana quien alza las cejas sin creerse mi excusa.
La verdad es que no entiendo ni yo misma porque lo justifico.
—Si tu lo dices...
Cojo una goma de borrar del escritorio y se la lanzo. Le doy en el brazo y ella se lo soba mientras se queja.
—¡Hannah, Leah, mamá ha hecho crepes de chocolate para merendar!
La voz de Enzo anunciando esa maravilla es lo único que necesitamos para olvidar todo y salir corriendo hacia la cocina.
El olor a chocolate deshecho inunda la estancia, y no puedo evitar morderme el labio inferior mientras cierro los ojos para poder oler mejor.
De pronto escucho el sonido de una foto tomada con un móvil y abro los ojos en busca del culpable.
—¡Leah borra eso!
—Pienso mandárselo a todos —dice entre risas.
—¡Ni se te ocurra!
De pronto Enzo le da un golpe a Leah y la mira con el ceño fruncido.
—No te metas con Hannah —la regaña con los brazos en jarra.
—Tú come la crepe y no te metas en cosas de mayores.
Leah le saca la lengua y Enzo la mira con los mofletes hinchados mientras se sienta a comer.
Cuando mi móvil vibra palidezco por completo. No tardo ni dos segundos en desbloquearlo y ver la notificación de que Leah ha enviado una foto por el grupo de WhatsApp, por suerte solo al que tenemos con Gwen y Hugo.
—Como se la mandes a alguien más te arruino lo que te queda de instituto —la amenazo antes de sentarme a comer mi crepe.
Enzo nos va mirando mientras se come la merienda: a mi con duda, a Leah con desconfianza.
Palidezco cuando vuelvo a sentir la vibración segundos después, pero me relajo al ver que solo ha enviado una foto de la crepe con chocolate al mismo grupo de antes.
Poco después me entra un WhatsApp de Lucas, me pregunta qué hago y dice que se aburre sin mi compañía. No puedo evitar sonreír. Le pregunto cómo se encuentra, luego le mando la foto de la crepe que minutos antes había enviado Leah al grupo y bloqueo el móvil para seguir merendando.
¡La crepe realmente le ha quedado de muerte a mi madre!
Por norma general no suele hacernos la merienda, y mucho menos cosas así. Al menos no desde que tuve la leucemia. Me gustaría saber qué ha pasado para que este milagro ocurra.
Cuando veo que me entra un mensaje nuevo de Lucas en el que se ríe con letras mayúsculas frunzo el ceño. ¿Qué le hace tanta gracia? Segundos después palidezco. No puede ser...
Desbloqueo el móvil como alma que lleva al diablo y me topo con mi peor pesadilla: no le he pasado la foto de la crepe, le he pasado la de mi cara...
¡No puede estarme pasando esto!
A toda prisa le escribo que no quería enviarle eso, que Leah había tomado esa horrible foto, y le mando la foto de la crepe.
¡Me muero de vergüenza!
Para cuando mi mirada de asesina alcanza a Leah, ésta ya se ha percatado de que la he cagado de alguna forma. Y como me conoce de sobras, acierta cuando dice:
—¿A quién le has enviado por error esa foto?
Clavo fuertemente el tenedor en la crepe y me llevo un gran trozo a la boca.
—A Lucas —contesto tras tragar.
Leah se echa a reír como pocas veces lo hace. ¡Incluso se retuerce mientras se agarra el estómago!
—Todo esto es tu culpa —le recrimino.
—¿Mia? —se limpia un par de lágrimas que se le han escapado de la risa—. Yo no tengo la culpa de que seas tan torpe.
—Me las pagaras —digo a modo de promesa.
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Un lugar donde volver a ser yo
Teen FictionHannah tiene 17 años y acaba de superar una leucemia. Cansada de ser "la chica del cáncer" en su instituto, ve la oportunidad de empezar de zero cuando a su padrastro le ofrecen un nuevo empleo en otra ciudad. Toda la familia toma la decisión de mud...