Capítulo 15

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El día del partido ha llegado. Estoy sentada en segunda fila con Leah cuando Lara y sus amigas llegan y me miran con desprecio.

—Eres muy popular —bromea Leah.

—Preferiría ser invisible.

—Tranquila, ella no sabe que Eric te ha invitado a venir.

Me encojo de hombros y meto la mano en mi bolsa de nueces bañadas en chocolate. Me encantan.

Leah se ha comprado una bolsa de patatas fritas y un refresco para compartir.

No tardan en salir al campo los equipos de fútbol. Eric sonríe al verme y me guiña un ojo. Yo me pongo roja como un tomate y Leah me da un codazo mientras se ríe de forma pícara. Pero, por desgracia, Lara se ha percatado y me mira con rabia.

—Lara se ha dado cuenta.

—No pasa nada, tu no te has acercado a Eric. ¿El trato no impedía que él coquetee contigo no?

—A ver, que lo que ella quiere es precisamente que él no se fije en mi.

—Ya, pero tu eso no puedes impedirlo.

Resoplo con cansancio, estoy harta de esta situación. Me gustaría poder disfrutar tranquila de mis ratos con Eric, poder ver sus partidos y animarle, sentarme a su lado sin sentir la mirada rabiosa de Lara… Pero no quiero que se descubra que he tenido cáncer.

—Oye, Hannah, si acabas saliendo con Eric tendrás que decirle que tuviste cáncer, ¿por qué no se lo dices ya y acabas con todo esto?

Ni que me leyera la mente…

—No tengo porque decírselo.

—¿Vas a ocultarle que tuviste cáncer?

—En un par de meses ya tendré algo de pelo, con suerte, en cuatro o cinco meses podré llevarlo cortito, así tipo chico sexy —bromeo—. Le diré que me apetecía un cambio de look.

—¿Es una broma?

—No —me encojo de hombros y Leah alza las cejas.

—Tienes que hacerte revisiones a menudo, el cáncer podría volver y lo sabes.

—O no, no tiene por qué, el médico dijo que estaba limpia.

—Y ojalá sigas estándolo siempre, pero aterriza Hannah, tú sabes mejor que nadie cómo te ha dejado la quimioterapia, no vas a poder ocultarlo siempre.

Pongo los ojos en blanco y me como un puñado de nueces. Sé que tiene razón en todo lo que dice, pero no quiero aceptarlo, no de momento.

Cuando el partido acaba Eric se acerca a nosotras y Lara pone cara de pocos amigos.

—Me ducho en un momento y nos vamos.

Leah me mira con las cejas alzadas y una pequeña sonrisa.

—¿Otra cita? —dice Leah con voz empalagosa.

—Tranquila, tú no estás invitada —digo sacándole la lengua.

Eric suelta una carcajada y se despide con la mano mientras echa a correr al vestuario.

—Tú no vas a ninguna parte con Eric —Lara baja de las gradas y se planta frente a mí con los brazos cruzados—. Porque sinó ya sabes lo que va a pasar.

La miro con el ceño fruncido mientras un cúmulo de gente empieza a rodearnos. No me gusta nada. Si decide contar mi secreto se va a enterar un montón de gente.

Quiero proteger mi secreto, no me mudé para volver a ser la chica del cáncer. Pero también me gusta Eric, quiero poder conocerle mejor.

—Oye no tengo la culpa de que él se haya fijado en mi. No soy yo quién le busca.

Y aunque en mi cabeza sonaba muy bien, en cuanto acabo de decirlo me arrepiento, sobretodo al ver la cara de Lara.

—¿Qué está pasando?

Eric se abre paso entre la multitud y llega hasta nosotras.

—Nada, Hannah tiene que irse a casa, así que si quieres puedo ir yo en su lugar a esa cita.

Miro a Lara con rabia, es odiosa. Noto la mirada de Eric en mi, pero soy incapaz de mirarle.

—La única razón por la que Hannah se iría a casa sería Lara, no sería por ti Eric —suelta Leah. Está enfadada, muy enfadada—. Ella le ha prohibido pasar tiempo contigo.

—¿Y tú le haces caso?

Agacho la cabeza. Tiene razón, soy patética.

Desde un principio debí suponer que esto pasaría, no puedo borrar el pasado, y no he tenido una gripe, he tenido un cáncer.

—Creía que debía hacerle caso, así protegía mi mayor secreto, pero hay cosas más importantes que quiero proteger.

Eric sonríe y se acerca a mi, estoy tan concentrada en él que Lara me pilla desprevenida y le da un tirón a la peluca. Leah intenta agarrarla al aire antes de que caiga del todo, pero no llega a tiempo. La peluca cae al suelo y mi cabeza queda completamente al descubierto.

Leah se pone delante mío, tapandome mientras yo recojo la peluca y me la coloco nuevamente. Eric me mira sorprendido, como la mayoría de gente.

—Está calva —dice Lara medio riendo.

Pronto todos empiezan a cuchichear y a reírse con malicia.

—Sí, bueno, es que mi hermana es una gran defensora de las causas perdidas —empieza a mentir Leah—. Ella se rapó y donó su pelo para hacer una peluca para una niña pequeña que lo necesitaba.

—Ya basta —la interrumpo—. Gracias, Leah, pero prefiero dejar de mentir —cojo aire y alzo la cabeza—. Tuve cáncer, leucemia concretamente, así que tuve que hacer quimioterapia, y sí, me quedé calva —ya no se oía ni una risa. Miro a Eric y me acerco a él, no consigo describir la expresión de su rostro—. No puedo entrenar a Enzo ni formar parte del club de baloncesto porque la quimioterapia me ha jodido viva, no porque tuviese una lesión mal curada en el tobillo. Y no solo nos mudamos por el trabajo de mi padrastro, sinó porque yo quise huir de mi antiguo instituto. Siento haberte mentido, pero necesitaba ser algo más que la chica que tuvo cáncer. Estoy harta de que me miren con compasión, así que si alguien va a hacerlo prefiero que mire hacia otro lado, no necesito que se compadezcan de mi.

Pasé por el lado de Eric, sabía que no iba a decirme nada, estaba en shock, como muchas otras personas. Leah enseguida echó a correr y me alcanzó.

—Yo le hubiera partido la cara a esa imbécil —me abrazó por la cintura y me dió un beso en la mejilla—. Estoy muy orgullosa de ti, sé que lo que acabas de hacer suponía un esfuerzo muy duro para ti.

Yo simplemente seguí caminando mientras varias lágrimas caían por mis mejillas.

Un lugar donde volver a ser yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora