—¡Enzo ya basta!
Me llevo la mano a la frente y resoplo con cansancio al escuchar el grito de Leah.
—¡Solo quiero que me ayudes un momento! ¿De qué te sirve ser tan lista si no puedes ni ayudar a tu hermano pequeño?
—¡Tengo un examen mañana, no me molestes!
Odio cuando llega la época de exámenes. Más que por tener que estudiar, la odio por cómo se pone Leah, se convierte en un ser andante lleno de histeria y nervios que explota a la mínima.
—Enzo, ven aquí, yo te ayudo.
—¡Eres una borde Leah! —escucho que protesta mientras se acerca a mi habitación—. Hannah tiene también examen y me va a ayudar. ¡Es mucho mejor hermana que tú!
—¡Muy bien, ahora cállate!
Escucho que Leah cierra la puerta de un portazo y me giro para ver a Enzo entrar en mi habitación con cara de enfadado.
—¿Para qué le preguntas nada? Ya sabes cómo se pone cuando hay exámenes...
—Ya, pero necesito ayuda con matemáticas y a Leah se le dan mucho mejor.
—Oye enano, se le dan mucho mejor ahora, las matemáticas de tu nivel puedo hacerlas con los ojos cerrados.
Mi hermano alza las cejas y me mira serio. Está claro que no me cree, pero tardo menos de cinco minutos en demostrarle que digo la verdad.
—Genial, lo has hecho en un momento —dice sorprendido—. No entiendo para qué necesitas la ayuda de Leah en matemáticas, eres tan buena como ella.
No puedo evitar reírme.
—Te aseguro que mis matemáticas no son como las tuyas.
—¿Y de qué tienes el examen mañana?
Enzo se asoma un poco más a mi escritorio para ver qué estoy estudiando.
—De francés y de gimnasia.
—Por eso está como loca —dice refiriéndose a Leah—. No se le dan bien esas asignaturas, ¿por qué no te pide ayuda? A ti se te dan genial.
Me encojo de hombros.
—Antes me ha pedido mis apuntes de francés, supongo que con eso le basta. Y en gimnasia no puedo ayudarla mucho...
—Es demasiado orgullosa.
—No es verdad —le agarro la nariz y le hago cosillas con la otra mano—. Leah me ha pedido ayuda cuando la ha necesitado.
—¿Vamos a merendar? Tengo hambre.
Miro el reloj que hay en mi mesita de noche y veo que son las cinco y media de la tarde.
—¿Te va bien un bocadillo? Haré un descanso de media hora, así me despejo.
—Lo quiero de queso.
—¡Hecho! Pues el mío de jamón. ¿De qué crees que lo querrá Leah?
Enzo arruga la nariz mientras sale al pasillo.
—No se merece que le hagas un bocadillo.
—No seas tan rencoroso.
Vuelvo a hacerle cosquillas y él grita frente a la puerta de Leah.
—¡Hannah, Enzo, no hagáis tanto ruido!
—¿Ves lo que te digo? Está loca —me susurra mientras bajamos las escaleras.
—Vete a ver la tele mientras te preparo la merienda.
Al final hice el bocata de Leah y el mío iguales, preparé el de Enzo, y tres vasos con zumo de piña. Dejé la merienda de Leah en el mármol de la cocina y me fuí al comedor con Enzo, que estaba embobado viendo la televisión.
Cuando me acabé el bocadillo dejé a Enzo con la tele y le subí a Leah la merienda.
—Toma, descansa un poco.
Cuando vio lo que traía entre las manos se le iluminó la cara. Normal, apenas había comido al mediodía.
—Gracias.
—¿Cómo vas? —hago una señal con la cabeza para que sepa que hago referencia al temario que entra en el examen.
—Bien, mejor que otras veces al menos.
—Entonces apruebas seguro.
Me siento en su cama y reviso mi móvil mientras ella devora el bocadillo de jamón.
No puedo evitar sonreír al ver un WhatsApp de Lucas preguntando cómo llevaba los exámenes. Tras contestar su WhatsApp, abrí la conversación con Eric, que seguía como la dejamos ayer. Me dejo caer de espaldas sobre la cama de Leah y suspiro. Sé que seguramente no contestará, pero le envío un WhatsApp a Eric informando de que los exámenes de mañana son de francés y de gimnasia, así que seguro que me irán genial. Tras enviarlo no puedo evitar pensar que es un poco triste saber que no van a contestarte un mensaje y enviarlo de todas formas, pero no puedo evitar querer hablar con él.
—¿Cómo te fué con Eric?
Miro a Leah por encima del móvil y me encojo de hombros.
—No sé, sin más.
Leah sonríe y niega con la cabeza.
—Así empecé yo con Adam, y lo dejamos poco después.
—Se acaba de mudar, es normal que esté ocupado, ya volverá a la normalidad.
Y en cuanto acabo la frase me doy cuenta de que lo he dicho más para convencerme a mí misma que a ella.
Leah se acaba el zumo y sigue a lo suyo con los apuntes y el traductor de francés, así que me voy a mi habitación. Al principio me siento frente a los apuntes e intento estudiar un poco más, pero como considero que ya me lo sé lo suficientemente bien, y no puedo concentrarme, acabo perdida en Instagram.
No sé en qué momento acabo metida en el perfil de Instagram de Lucas, me doy cuenta cuando sonrío al ver la foto que colgó cuando le acompañé a la cena de empresa. Vuelvo hacia arriba y veo que la última foto que colgó fué de cuando le invité a hacer surf con mi familia. Me da un poco de pena pensar que, o bien no ha querido subir foto sin la pierna, o bien no ha tenido nada divertido que compartir desde la operación.
Bajando por el inicio veo varias publicaciones que me hacen pensar en mi relación con Eric, en especial la de una chica que se acaba de reencontrar con su novio, tras estar varios meses separados, y sube la reacción de él al verla de nuevo. Entro en el perfil del chico y veo que en varias ocasiones le ha dedicado publicaciones a su novia, expresando lo mucho que la echa de menos.
No puedo evitar mirar luego el perfil de Instagram de Eric. Él sí que ha colgado varias fotos nuevas desde que se mudó, obviamente ninguna conmigo. Y sé que hay gente a la que no le gusta exponer su vida o sus sentimientos, pero es que Eric tampoco me lo ha dicho en privado: ni por WhatsApp, ni en persona... Aunque yo tampoco lo he hecho.
Resoplo y me obligo a olvidarme de todo eso por un momento.
Eric y yo estamos bien, solo es un bache. Él se ha mudado, es normal que esté liado, que casi no me hable no tiene que significar necesariamente que nos estemos distanciando.
Me repito eso una y otra vez mentalmente, pero no estoy segura de nada. ¿Cómo estarlo? Es mi primera relación amorosa.
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Un lugar donde volver a ser yo
Teen FictionHannah tiene 17 años y acaba de superar una leucemia. Cansada de ser "la chica del cáncer" en su instituto, ve la oportunidad de empezar de zero cuando a su padrastro le ofrecen un nuevo empleo en otra ciudad. Toda la familia toma la decisión de mud...