—Debería haberme quedado en casa.
Miro a Leah de reojo antes de suspirar.
—Este partido es importante para Enzo, necesita nuestro apoyo.
—¡Hannah! ¡Lucas!
En cuanto escucho los gritos de mi hermano me giro para saludar, él también saluda efusivamente desde la salida de los vestuarios. Lucas, que está sentado a mi lado con las muletas entre las piernas, le saluda con una sonrisa, luego desvía la mirada hacia su hermano y le guiña un ojo. El hermano de Lucas simplemente le enseña los pulgares mientras sonríe ampliamente, parece estar muy emocionado.
—¿Nos necesita? ¿En serio? Porque creo que ni se ha dado cuenta de mi presencia.
Noto el sarcasmo en su voz, y la entiendo, después de todo mi hermano ni se ha acordado de que Leah también había venido a verle.
—Te suplicó que fueras a verle, y tú le prometiste que vendrías, claro que te necesita.
—No sabe que estoy aquí —replica mientras coje un puñado de patatas fritas y se lo lleva a la boca.
El entrenador les da unos consejos y enseguida salen todos al campo, pero antes de eso mi hermano se acerca a la grada y dice:
—Leah, como nunca vienes te dedicaré un gol si marco.
Después de eso sale corriendo junto a sus compañeros.
—¿Lo ves? Sí que se acordaba de ti —digo mientras la empujo levemente con el brazo.
—Se habrá dado cuenta tarde y ha querido enmendar su error —contesta Leah sin darle mayor importancia.
—Leah, te ha dicho que te dedica un gol, eso es muy guay —Lucas entra en la conversación—. No le dedicas un gol a cualquiera.
Pensar que Lucas no podrá hacerlo de nuevo me entristece bastante, entre otras cosas porque sé que siempre marcaba muchos goles, le encanta el fútbol y es un gran jugador. Es una lástima que no pueda seguir jugando, podría haber sido entrenador de algún equipo infantil o algo así, se le da genial entrenar a nuestros hermanos.
—¿Qué os parece si luego vamos todos a cenar por ahí? —sugiero—. Seguro que tienen mucha hambre al acabar el partido.
—Los padres de Manu se van a llevar al equipo a cenar a un burguer, es el cumpleaños del crío.
Miro a Lucas desconcertada, es la primera noticia que tengo.
—¿En serio? Enzo no me ha dicho nada.
—Se le habrá pasado, pero podemos ir nosotros, si queréis.
Me encojo de hombros y asiento.
—Por mi no hay problema.
—Yo he quedado para cenar, id vosotros —Leah me mira de reojo con una sonrisa.
—¿Con quién has quedado? —la miro desafiante, sé lo que pretende, y sé que no ha quedado con nadie.
—Ya te lo contaré más tarde, cuando lleguemos a casa.
—Entonces, ¿vamos nosotros dos?
Aún estoy con la cara girada hacia Leah cuando Lucas hace la pregunta, por lo que no me ve morderme el labio. Claro que quiero ir a cenar con él, me lo paso genial cuando estamos juntos, pero me sabe mal por Eric, quien lleva sin contestar mis mensajes dos días. Frunzo el ceño y me obligo a no sentir culpa cuando no soy yo la que pasa olímpicamente de él.
—Claro —me giro hacia él y sonrío—. Por mi genial.
De reojo veo a Leah sonreír mientras se lleva una patata a la boca.
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Un lugar donde volver a ser yo
Roman pour AdolescentsHannah tiene 17 años y acaba de superar una leucemia. Cansada de ser "la chica del cáncer" en su instituto, ve la oportunidad de empezar de zero cuando a su padrastro le ofrecen un nuevo empleo en otra ciudad. Toda la familia toma la decisión de mud...