Capítulo 39

1.6K 136 18
                                    

Era consciente de que el móvil me había vibrado un par de veces durante la noche, pero hice caso omiso y volví a dormirme. Cuando miro el móvil por la mañana me encuentro dos mensajes de Eric, diciéndome que vendría a verme mañana. Al parecer su madre tenía que venir para finalizar unos trámites para alquilar la casa, finalmente habían decidido no venderla, y eso en el fondo me alegraba. No pude evitar recordar la primera vez que nos vimos, y casi inmediatamente se me escapa una carcajada. Vaya manera más ridícula de conocernos...

De pronto mi puerta se abre de par en par y casi no me da tiempo de ver a Enzo antes de que se tire sobre mí.

—¡Levántate ya! ¡Tenemos que ir a entrenar! ¿No te acuerdas?

—Sí que me acuerdo, tranquilízate.

Enzo se levanta de mi cama y pone los brazos en jarra.

—Pues venga.

—Ahora voy —protesto mientras me incorporo.

—¡Ya!

—Sal de mi habitación de una vez, ahora me visto y bajo.

Mi hermano me mira de reojo mientras, poco a poco, sale de mi cuarto y cierra la puerta tras de sí.

Para cuando bajo a la cocina mi hermano me espera con un bocadillo en la mano.

—¿Qué es eso?

—Tu almuerzo —dice mientras me lo da—. Corre, vamos.

—Oye, espera un momento.

Leah se acerca y me da un brick de zumo de piña.

—Tranquila, te he hecho yo el bocadillo, de queso —la miro sin entender nada y ella sonríe—. No ha parado hasta que me ha sacado de la cama para que te preparase algo para llevar, decía que tardabas demasiado —dice Leah mirando a Enzo y negando con la cabeza.

—Pero si apenas son las nueve de la mañana...

Leah se encoge de hombros mientras Enzo tira de mí hacia la entrada.

En cuanto llegamos a casa de Lucas me pongo un poco nerviosa. Ni siquiera le he dicho que venía, ¿lo sabrá? ¿Su hermano se lo habrá dicho?

Para cuando vuelvo a la realidad mi hermano ya ha picado al timbre tres veces seguidas, por suerte consigo pararle antes de que pique una cuarta vez.

—¿Estás loco o qué? —le regaño—. Con que piques una vez es suficiente.

Como respuesta pone los ojos en blanco.

Y de pronto caigo en la cuenta de que no sé cómo se llama el hermano de Lucas, sé que su hermana pequeña se llama Dana, y a su hermana mayor, Valeria, la conocí en el hospital, pero del niño no sé nada.

—¿Cómo se llama tu amigo?

Mi hermano alza las cejas y niega con la cabeza, como culpándome por no saber algo así.

—Nicolás, pero le llamamos Nico.

No puedo evitar sorprenderme, no había conocido a ningún Nicolás hasta ahora.

Cuando se abre la puerta me sorprendo al ver a su hermana mayor, es realmente una belleza. Menuda familia, desde luego tienen buenos genes.

—Hola, eres Hannah, ¿verdad?

—Sí, soy yo —nos quedamos calladas unos segundos antes de que mi mente consiga reaccionar—. Mi hermano, Enzo, había quedado con tu hermano pequeño para entrenar.

—¿Está Nico despierto? —pregunta mientras entra a la casa sin permiso.

—¡Enzo! —le regaño mientras Valeria sonríe con ternura.

Un lugar donde volver a ser yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora