Capítulo 20

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Eric lleva toda la mañana nervioso, no para de juguetear con el lápiz y los bolis, y durante la hora de matemáticas aún empeora más la cosa.

Al final, y a riesgas de que me mande a la mierda, decido preguntarle qué le pasa.

—¿Qué te pasa a ti? ¿Cómo se te ocurre esconderme que tienes cáncer?

—Tenía cáncer, ya no lo tengo, por eso mismo no creí necesario que se supiera.

—Puedo entender que no quisieras que todo el mundo se enterase, ¿pero yo?

—¿Tú qué?

—Creía que era especial para ti.

—¿Por qué? ¿Porque hemos salido un par de veces juntos? Me fui de mi hogar para olvidarme de la leucemia, para vivir tranquila mi nueva vida sin que me juzgaran. No iba a arriesgar eso por alguien a quién acabo de conocer.

Eric se me queda mirando y yo le aguanto la mirada hasta que la profesora nos llama la atención.

El resto de clase lo pasamos sin dirigirnos la palabra. Mi hermana nos mira de vez en cuando de reojo, y se nota bastante así que le susurro que pare, a lo que ella simplemente se encoge de hombros.

Poco antes de salir al recreo empieza a llover un montón, por lo que todos los alumnos, o la gran mayoría, nos concentramos en la cafetería. Aprovechando que estamos aquí Leah y yo nos pedimos un zumo de piña para acompañar el bocata que traemos.

—Mirad quién viene por ahí —Hugo sonríe.

—Pero si es nuestra amiguita —dice Gwen con ironía.

Cuando Lara pasa por nuestro lado Gwen le hace la zancadilla, haciendo que caiga al suelo y se manche la camiseta y el pelo con el café que trae en la mano.

—¿Eres tonta o qué? —grita Lara haciendo que todas las miradas se centren en ella—. Esta blusa vale más que tu vida, idiota.

—Lo dudo, en todo caso valdrá más que la tuya —Hugo sale en defensa de Gwen.

—Tú mejor cállate, cornudo.

Abro los ojos como platos. ¿En serio? ¿Pero esta tía de qué va? ¿Se cree que puede humillar a todo el mundo?

—¿Por qué no te metes contigo misma?

Lara me desafía con la mirada antes de soltar:

—Porque no tengo defectos.

—Pues yo veo que eres una mierda de persona, por ejemplo.

Todos en la cafetería murmuran, y algunos incluso aplauden mi comentario.

—¿Te crees muy valiente? Porque te recuerdo que tienes mucho de lo que avergonzarte. Incluso Eric te dejó de lado.

Me mira con chulería y sonríe victoriosa. Pero, inesperadamente para todos Eric se me acerca y me planta un beso en la boca delante de todo el mundo.

—¿Pero qué haces? —chilla Lara mientras tira de él.

Eric se suelta de su agarre y me mira fijamente.

—No te dejé de hablar porque me avergonzara de ti, sino porque me sentó mal que no me contaras algo tan importante. Aunque debí suponer que era algo que preferías dejar en el pasado.

Asiento con la cabeza. Sigo en shock. Eric me ha besado delante de todos.

—¿Tienes idea de lo que acabas de hacer?

La voz chillona de Lara resuena por toda la cafetería, incluso las dos señoras que están en la barra atendiendo a los alumnos se han callado.

—Besar a la chica que me gusta.

Me pongo roja como un tomate y mi hermana me empieza a zarandear emocionada. Intento zafarme de su agarre pero ella me abraza y empieza a dar saltitos mientras yo empiezo a pensar que moriré de vergüenza.

—¿Te gustan las calvas?

Como mi hermana me suelte del abrazo juro que le arranco todos los pelos de la cabeza a Lara. Será estúpida…

—Yo en un mes o así empezaré a tener pelo, pero a ti esa actitud de mierda no se te va a quitar en la vida.

Lara me mira con su típica cara de asco antes de soltar:

—Tú sabrás Eric, pero pensaba que tenías mejor gusto…

Eric niega con la cabeza mientras suelta una pequeña risita, cosa que enfurece aún más a Lara.

—No saldría contigo ni que fueras la última chica en la tierra.

Todos empiezan a abuchear a Lara, quien está rabiando a más no poder. Al final decide poner su típica pose de superioridad y se va de la cafetería, seguida de sus amiguitas.

Eric me mira y se encoge de hombros.

—¿Podrás perdonarme?

—No hay nada que perdonar.

—¿En serio? Te ha dejado de lado cuando todos te trataban como una apestada, es cuando más lo necesitabas —miro a Hugo para que se calle y él frunce el ceño.

—Lo que yo te diga, cuando nos enamoramos somos idiotas —suelta Gwen por lo bajini.

Leah se ríe por el comentario y Hugo niega con la cabeza, parece un poco desesperado.

Un lugar donde volver a ser yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora