Un lugar donde volver a ser yo

Capítulo 11

Hoy tampoco ha venido Leah al instituto, ayer por la noche le subió la fiebre y mi madre la tiene aislada, como si tuviera la peste y pudiese matarnos a todos en cualquier momento.

—¿Hoy no estás con Eric y los demás?

A través del espejo veo a Lara, que sale de uno de los lavabos. Se pone a mi lado para lavarse las manos y me va mirando de reojo.

—¿No vas ni a contestarme?

—¿Qué quieres?

—Nada en especial.

—¿Y por qué me molestas?

—Chica a nada lo llamas molestar. Además la que está molestando eres tú, que llegas aquí y te crees la reina de la fiesta.

—¿Que dices?

—Lo sabes muy bien. Nada más llegar seduciste a Eric a saber cómo. Bueno, sí sé cómo, ¿te quedaste en tanga frente a él no? Nunca hubiera dicho que le iban las busconas…

—¿Puedes callarte? ¡No sabes de qué hablas!

Lara frunce el ceño y se cruza de brazos.

—A mi no me chilles, niñata.

—Pues deja de molestarme.

Me doy la vuelta para salir del lavabo y noto que me agarra de la peluca y tira de ella, por lo que cae al suelo. Su cara es un poema, aunque la mía debe serlo aún más. Al principio parece estar descolocada, sin saber qué hacer, pero no tarda en comprender la situación y sonreír de lado.

—No tienes pelo —dice empezando a reír—. ¿En serio llevas peluca?

Recojo mi peluca del suelo y me la pongo enseguida. Lara observa detenidamente cada uno de mis movimientos mientras sonríe con malicia.

—Verás cuando se enteren. Ves despidiéndote de Eric.

Pasa por mi lado con la cabeza bien alta y contoneando las caderas de forma exagerada.

Espero un par de minutos y salgo del lavabo, voy a la clase dispuesta a afrontar la situación, pero cuando la veo cuchicheando con su grupo de amigas mientras me miran con una sonrisa retorcida recojo mis cosas y salgo corriendo.

Cuando llego a casa me encierro en mi habitación y me tiro en la cama, pero Leah, que me ha escuchado entrar, no tarda en venir a ver qué pasa.

—¿Qué haces aquí tan temprano? ¿Y las clases? Se supone que tenías que coger apuntes por mí...

—Lara sabe que llevo peluca —la interrumpo mientras se me escapa un sollozo—, se lo va a contar a todos.

No puedo más y me hecho a llorar. Leah se sienta a mi lado y me abraza por detrás mientras yo me desahogo.

El resto del día lo paso tirada en mi cama, con Leah haciendome compañía la mayor parte del rato. Enzo intenta sacarme de la habitación para entrenar, pero no lo consigue. Y Eric me manda varios aviones de papel que no leo por miedo a lo que puedan decir.

¿Lara habrá contado ya lo mío?

Esa pregunta resuena en mi cabeza y me tortura la mayor parte de la noche, por lo que apenas consigo dormir.

A la mañana siguiente tengo mas ojeras que un oso panda, y mi madre insiste en que me quede en casa para poder descansar. Ganas no me faltan, pero tengo que enfrentarme a lo que sea que me depare el día de hoy. Seguramente Lara le habrá contado a todos lo que sucedió ayer, y a estas alturas todos sabrán que estoy calva, y en breves volveré a ser la chica del cáncer. No habrá servido de nada mudarnos.