Ayer por la tarde fuí al cine con Leah, Gwen y Hugo, vimos una comedia que estaba muy bien y nos lo pasamos genial. Y hoy he quedado con Eric para ir a ver el partido de mi hermano, porque Enzo nos hizo prometer que iríamos, y luego la idea es ir a cenar los dos solos, cosa que me hace mucha ilusión, y a la vez me pone muy nerviosa. Así que, de momento, parece que mi fin de semana está yendo de perlas.
—¿Leah no viene? —miro a mi hermano y niego con la cabeza—. ¿Por qué no?
—Porque no le gusta el fútbol, ya lo sabes.
—Pero últimamente me ayudaba a entrenar, pensé que vendría.
—Pues pensaste mal —me encojo de hombros y él frunce el ceño.
Cuando suena el timbre de casa un hormigueo recorre mi estómago. Es Eric, lo sé porque habíamos quedado en que pasaría a buscarnos en cuanto acabase de desayunar.
—Hola princesa —saluda Eric con su perfecta sonrisa antes de acercarse y darme un beso en los labios.
Procuro retener toda la adrenalina del momento, pero no puedo evitar ponerme roja como un tomate.
—Que asco —susurra mi hermano mientras se acaba de abrochar las bambas—. Venga, vamos.
Enzo tira de la camiseta de Eric y empieza a caminar, yo cierro la puerta con llave y enseguida los alcanzo.
—¿Entonces juegas de delantero?
—Sí, el entrenador dice que soy muy bueno, pero nose si ganaremos, porque nuestro portero no es tan bueno.
—Pues vaya… Tendrás que hacerlo el doble de bien para compensarlo, ¿no?
Eric le guiña un ojo y Enzo se encoge de hombros, parece feliz con Eric. Supongo que, después de todo, vivir con dos hermanas no es tan divertido para él como lo sería con dos hermanos, o al menos con uno de cada.
No tardamos mucho en llegar puesto que este partido lo juegan en el colegio de Enzo.
Mi hermano enseguida corre con sus compañeros de equipo y Eric y yo nos sentamos en las gradas.
—Tu hermano es muy simpático.
—Solo porque aún no te tiene mucha confianza, en verdad es un trasto que consigue sacarte de quicio con el mínimo esfuerzo.
Eric suelta una carcajada y me mira fíjamente.
—¿Qué?
—Nada. Estaba pensando en la primera vez que te vi —dice mientras mi cara se pone roja como un tomate—. Pensé que sería interesante tenerte de vecina.
—Fue culpa de mi hermano.
—Pues me alegro —me dió un beso en la frente—, hizo que me fijase en tí des del minuto cero.
El partido no tarda en empezar y mi hermano parece más emocionado que nunca, incluso nos va mirando y saludando de vez en cuando.
Cuando Enzo marca un gol se pone eufórico, sus compañeros se tiran sobre él locos de alegría, su entrenador le felicita y los del banquillo lo celebran entre gritos y saltos.
Al finalizar la primera parte ambos equipos han marcado dos goles y el partido está bastante interesante.
—Pues sí que es bueno tu hermano.
—Obviamente, tiene una gran entrenadora.
Eric me dedica una sonrisa y me da un beso en la sien.
Durante la segunda parte noto que varias miradas se centran en mí y me pongo un poco nerviosa. Eric lo nota y me agarra de la cintura para calmarme. Es un grupito de dos señoras y dos señores, un niño más pequeño que Enzo, y dos chicas.
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Un lugar donde volver a ser yo
Teen FictionHannah tiene 17 años y acaba de superar una leucemia. Cansada de ser "la chica del cáncer" en su instituto, ve la oportunidad de empezar de zero cuando a su padrastro le ofrecen un nuevo empleo en otra ciudad. Toda la familia toma la decisión de mud...