Vínculos

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Kotori se aferró a su hermano, abrazándolo con fuerza y con la cabeza en su pecho. Ella seguía con las mejillas rojas por haberlo besado hace unos momentos, pero estaba un poco sorprendida de que Shidou no se hubiera puesto histérico, como antes sucedía cuando recién empezaba todo esto de los espíritus. Sus cejas se agacharon al mirar la cabeza de Mana, hermana de sangre de Shidou, eso no se le iba de la cabeza por ningún motivo, a pesar de que habían estado separados por mucho tiempo, no había duda de que su hermano en verdad se preocupaba mucho por ella, era claro el amor que sentía por Mana y Kotori se preguntó si ella se fuera por un largo tiempo, ¿Shidou le amaría cuando regresara? ¿Se preocuparía por ella a pesar de no tener su misma sangre en sus venas? ¿Había una conexión tan poderosa entre ellos dos?

—Onii-chan... —dijo Kotori en voz baja pero con cierta preocupación. Él notó el cambio de tono de voz y movió su mano hacia la cabeza de ella. Actualmente no estaba pensando en él y si estaba rebasando el límite de cariño que le tenía a los demás, ahora que se sentía tan mal de no haber podido hacer nada bien, en no poder haber protegido a su familia, ¿cómo podía darse el lujo de alejarse de los demás? No podía evitarlo, estuvo a punto de perderlo todo.

—¿Qué tienes, Kotori?

—Tú... ¿me quieres, Shidou? —El joven miró hacia la chica pero no podía ver su expresión pues su cabeza estaba sobre su pecho. Le acarició su cabello suavemente.

—¿Qué te pasa? Por supuesto que te quiero. Te quiero mucho, Kotori.

—¿Incluso después de lo que pasó?

«¿Qué? ¿De qué habla? Kotori... acaso... no, no puede ser». Shidou se mantuvo callado un ratito porque su mente procesó la pregunta; era la comandante de Ratatoskr, desde que todo esto de los espíritus empezó, se le dio la responsabilidad de salvar el mundo, de hacer feliz a cada espíritu que apareciera, cosa que jamás pidió, cosa que jamás ha pensado con seriedad ni se lo ha tomado en serio, pero que Kotori tenía mucho que ver.

—Kotori... esto no es... no es tu culpa.

—Pero Shidou... es porque yo te lo pide, yo te obligué... y ahora que ha pasado esto...

—No tienes las culpa de esto —le interrumpió—. Todo esto... hemos estado en situaciones muy peligrosas. Con Tohka, con Kurumi, con Miku, todo ha sido difícil, pero... en todas esas ocasiones e incluso ahora, tú no tienes la culpa, Kotori. No estoy enojado contigo, ni te culparé por las cosas que pasen de ahora en adelante.

—Shidou...

El joven sonrió, era una sonrisa con esfuerzo pero falsa, en realidad no quería sonreír, esto solo le recordó que el único culpable era él, ¿cómo podría culpar a su hermanita?

—Yo decidí ayudar a los espíritus, no importa cómo me lo hubieras pedido, de todas formas hubiera aceptado. Estamos juntos en esto, es más, me alegra que estés a mi lado, ayudándome, tratando de guiarme en las citas, enseñándome a tratar con chicas, no me imagino a nadie más que a ti en esa silla en la que siempre te sientas, no puedo pensar en nadie más que en ti, yo soy... el que debería estar llorando...

Derramó unas lágrimas al sentir húmedo su playera azul, Kotori le miró al rostro, era verdad, ella estaba llorando por sus palabras. Ella tampoco podía imaginarse a otro como su hermano mayor, Shidou era el único apto para ser su hermano, lo había descubierto desde el día en que se conocieron; él era el indicado. Para su hermano fue distinto, él no quería saber nada de nadie, quería morirse, lo deseaba, pero ella fue demasiado insistente y aunque sea a rastras, pero lo alejó de su soledad y depresión para que estuviera con ella, y había algo más, ella era muy amable y linda, sus actos y palabras le llegaron al corazón, entre más veces ella le decía "te quiero, onii-chan", él era un poco más feliz, hasta el punto en que Kotori ya no tuvo la necesidad de sacar a rastras a su hermano de su soledad, él salía solo y la buscaba.

Guía para enamorar a un espírituDonde viven las historias. Descúbrelo ahora