Investigación

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La luz de la luna iluminaba la ciudad Tenguu, en las azoteas de unas viviendas de clase media. La calma reinaba ahí y en el rostro del jovencito Satou; ahora su ángel había tomado su lugar y estaba a punto de batirse en duelo con Kurumi. Ella, mostrando diversión, con una leve risa, desenfundó sus pistolas.

—Dijiste que no tenías elección de nada, ¿acaso le sirves a alguien?

—Creo que aunque te lo dijera, no lo entenderías. —Satou se puso en guardia—. Pero de todas formas, no tengo intención de contarte. No puedo perder más tiempo.

Satou se dio cuenta de que el aura roja que envolvía todo el edificio en donde se encontraban era la causa de que cada vez más tenia deseos de tirarse al piso a dormir, lo estaba cansando y salió del aura al dar un salto a otro edificio.

«Intentando escapar, ¿eh? Hablar contigo para engañarte será un poco imposible por ahora. Aun no sé de lo que eres capaz, pero la energía que posees es enorme, como una batería». Kurumi sonrió y posicionó sus pistolas correctamente. —Zafkiel: Aleph (Superpotencia de velocidad). —Kurumi se disparó a sí misma a la cabeza, Satou quien vio eso ni se inmutó pero abrió un poco más los ojos al ver que Kurumi estaba perfecta—. Te he visto pelear.

Kurumi saltó hasta el edificio en el que Satou estaba ahora.

—Sé que eres muy rápido, pero no escaparás de mí, eso te lo prometo.

—No salté para huir de ti, fue lo opuesto, le pondré un alto a tus fines, todos los espíritus como tú y como todos los demás que he visto son demasiado peligrosos para los humanos, por eso voy a detenerlos.

Satou fue directo para dar un corte horizontal pero Kurumi desapareció de su vista, él saltó lo más alto que pudo, buscándole con la mirada, de nuevo estaba en el mismo lugar de antes, se había movido tan rápido que no pudo verla. Satou dirigió su espada hacia Kurumi y esta se extendió rápidamente hacia ella pero con solo moverse a un lado, lo esquivó. Por la gravedad, Satou volvió a bajar, sabía de sobra que esto no sería fácil.

—Vaya, vaya, no puedes alcanzarme, ¿cierto? Me das mucha curiosidad, dices que me detendrás pero no muestras ni un poco de interés en ello, y cuando nos hayas detenido a todos, solo quedarás tú, ¿qué vas a hacer?

—Cuando eso suceda, seré libre.

—¿Libre? —preguntó con cierta duda—. Dices cosas muy interesantes, ¿acaso no lo eres ahora?

—No. La libertad que busco no es la que tú piensas, no lo entenderías. Usando a Zafkiel como quieres, no podrías entender. —Ahora fue Kurumi quien disparó una y otra vez sin éxito; el joven se movió más rápido que nunca e iba por fin a alcanzar cortarla pero fue atrapado por unas manos oscuras que salieron de la sombra de Kurumi, deteniéndolo en seco.

Kurumi le tomó de la mejilla y se empezó a reír, le apuntó con su pistola más pequeña directo a la cabeza.

—¿Ibas a detenerme? ¿Ibas a ser libre? Nada de eso sucederá.

—Sabes usar muy bien a Zafkiel pero... yo también sé usar mis habilidades.

—Las de tu ángel dirás, ¿tienes tanto miedo que te equivocas? Vamos, sé que detrás de esa cara dura, hay un gatito asustado. —Ella le lamió una mejilla.

—Creo que no entendiste lo que quise decir, creo que no importa que te lo diga, pero yo soy Mikael, el ángel.

—¿¡Qué?! —Kurumi se alejó un poco de él y pequeños rayos amarillos se posaron alrededor de ellos, hasta que antes de que ella pudiera parpadear, los rayos se multiplicaron de manera exponencial hasta que se veía una capa de relámpagos amarillos alrededor de ellos, ella ya no podía sentir nada después de tanta descarga.

Después de 10 segundos, el cuerpo de la chica estaba de color carbón, se arrodilló y ahora Satou era libre. El cuerpo de Kurumi cayó pero él le atrapó.

«¿Cómo... hizo... eso? ¿Qué diablos... es él?». Mikael le cerró los ojos a Kurumi, dio unos pasos lejos de ella pero luego regresó para arrodillarse y checarle el pulso, era demasiado bajo. Moriría dentro de poco.

Mikael recordó que Satou le había dicho que no deberían de morir inocentes y que el único espíritu que moriría sería el que había matado a sus padres, aunque después de encontrar a Tohka, eso había cambiado un poco. Kurumi había llegado con malas intenciones y era un espíritu, matarla sería algo que no estaba en el acuerdo.

«¿Y ahora? ¿Qué... más?». Pensó Kurumi, al borde de la muerte, odiaba sentir dolor con cada muerte que tenía que soportar y de todas, esta era muy dolorosa.

Mikael cargó sus manos con electricidad y las puso en su pecho para agilizar el pulso de Kurumi, ella estaba deseosa de morir ya para así revivir más rápido pero sus funciones vitales despertaron después de eso.

—Un segundo... no, dos segundos, eso será suficiente. —Lo siguiente que sintió Kurumi fue una leve presión en sus labios y de inmediato abrió los ojos, en todo el cuerpo sintió un escalofrió desde su cabeza hasta la punta de sus pies, lo sintió dos veces seguidas en dos segundos y después, Mikael dejó de besarla, ella pudo mover sus dedos, su piel seguía de ese color pero se estaba curando, más rápido de lo normal.

«¿Cómo hizo eso? Cuando me besó... mis fuerzas regresaron y mi tiempo... ¡Se incrementó!». Ella intentó mover las piernas pero lo hizo de manera lenta—. ¿Por qué? ¿Estás loco? Primero me matas y ahora me revives...

—No me has dado una buena razón para matarte, además... tú solo eres un recipiente.

—Ja... Jajaja... ¿Siempre dices cosas extrañas?

—Te dejaré ir por ahora, si es que puedes hacer algo en tu estado. Si lastimas a algún ser vivo de este mundo, no habrá tercera oportunidad. —Mikael tomó su espada y la hizo desaparecer. Se alejó de Kurumi quien apenas podía moverse, de hecho estaba gateando ahora.

Desde lejos, una cámara especial los estaba grabando y la portadora de este dispositivo era Ellen, lo mejor que tenía la DEM para combatir a los espíritus, aunque solo obedecía órdenes directas del líder de la DEM: Wescott.

—¿Qué opina? —preguntó Ellen con ayuda de un comunicador de auricular.

Maravilloso, buen trabajo, Ellen. Derrotó a Nightmare y la curó, algo que no termino de entender.

—No pude acercarme más, no tenemos sonido, Ike.

No importa, lo que acabamos de ver es muy interesante. No hagas contacto con este nuevo espíritu, no hasta tener más información sobre él.

—¿Debería seguirlo?

No. Regresa a la base, Ellen —dijo Ike desde su oficina en la que vio desde la pantalla todo lo que se había grabado, se quedó viendo a Mikael—. Algún punto débil tendrás, y yo voy a descubrirlo.

Kurumi decidió suicidarse para poder revivir en un cuerpo totalmente curado, habían muchas cosas que no entendía de ese espíritu y de que fuera el ángel quien le hablara lo hacia todo más confuso e interesante. Además de que la energía que poseía era más enorme de lo que creía, en tan solo dos segundos, ella volvió a moverse y a curarse más rápido de lo normal. Solo tenía algo en mente y era tratar de robar su energía pero de una manera más sutil, después de todo lo que pasó, no volvería a enfrentarlo frente a frente, era demasiado peligroso.

Al siguiente día, Shidou se despertó temprano como siempre y le dio las vueltas a la ciudad de manera más rápida que antes, ahora ya era más rápido de lo normal y se cansaba menos, desde que comenzó a correr, sus ojos se pusieron amarillos.

Y sus logros con su velocidad no acabaron ahí, en una carrera contra las gemelas Yamai, Shidou tuvo que poner a prueba lo rápido que era, corrió tan rápido que sus pies dejaron de tocar el suelo y volando se estrelló contra una pared que se hizo pedazos junto con otras más, su cuerpo quedó muy apaleado pero él estaba feliz de sus logros.

Sí, lo sé, este capítulo deja más preguntas que respuestas, pronto las sabrán, de aquí a dos capítulos si no es que uno. Y la DEM tenía que aparecer ya y por supuesto, sus planes macabros también, ¿qué piensan hacer? No puedo decirles pero saben que no es bueno.

Guía para enamorar a un espírituDonde viven las historias. Descúbrelo ahora