Sin control

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Shidou sostuvo en brazos a Mana, esa chica de la misma edad de Kotori que una tarde se había presentado como su hermanita biológica, como un miembro perdido y en esos momentos, lejano de la familia de Shidou. Ese día la había visto sonreír después de muchos años, tanto había pasado que no recordaba mucho de esos tiempos y al principio no creyó las palabras de Mana, pero luego que le enseñara esa foto que traía en un colgante, las cosas cambiaron y la aceptó como hermana. No tenía mucho que él había aclarado sus sentimientos con respecto a ella y con eso, se sintió en paz.

¿Y ahora?

Ahora sus manos temblaban al tocar la piel de color carbón del pequeño brazo de ella, en el que también había sangre seca. Cuando antes él también había sonreído, ahora se le escurrían las lágrimas, sollozando decía el nombre de ella y finalizaba con un "no, por favor, no me dejes".

Ahora ya no sentía su pulso, ya no volvería a escuchar su risa, ni ver su sonrisa, tampoco volvería a verla llorar o saltar de alegría hacia él, y no volvería a escuchar su voz, con la que podía decir: "te amo, nii-sama".

Shidou le cerró los ojos a Mana suavemente con su mano, le besó en la mejilla y la dejó en el piso, luego se quitó la camisa y la tapó con ella. Encontró con la mirada a Kotori, tirada en el piso y en condiciones parecidas a las de Mana, el causante de toda esta desgracia también estaba tirado en el suelo, cansado de usar tanto poder, llevaba como 20 minutos peleando por su vida pero creyó que con ese último ataque, todo había acabado para Kotori, que no podría levantarse de aquello. Shidou se acercó a Kotori, aún lloraba y la tomó en sus brazos, dudó en tomarle el pulso pero lo terminó haciendo y aunque era leve, lo sintió; estaba viva, pero no pudo alegrarse, estaba herida y todo era por culpa de ese espíritu. Shidou la cargó en sus brazos y la dejó a lado de Mana. Con el rostro lloroso, dirigió la mirada hacia Satou y frunció el ceño al ver cómo él se movió.

«Después de todo, ¿sigue con vida?». El joven no podía creerlo, esa persona que le había quitado la vida a Mana y que había peleado contra Kotori, la AST, Tohka y Yoshino estaba levantándose, con lentitud, pero vivo y entero, estaba herido pero al parecer no era tan grave porque podía moverse bien.

Satou se dio cuenta de que Shidou estaba en pie y sin ninguna herida, solo que ahora no tenía su camisa azul, solo una playera de tirantes de color negra, además de sus pantalones, pero se dio cuenta de que estaba llorando totalmente enfurecido. El huracán de sentimientos que se expandió en el alma de Shidou absorbió su mente y sus deseos de rabia, de hacer justicia, de liberar todo y de destrucción, invocaron a Sandalphon, el ángel de Tohka.

«¿Qué? ¿¡Invocó la espada de esa chica?! Pero si él es humano, no... No puede ser, Mikael, ¿Qué significa esto?»

—No lo sé. Antes no pude sentir esta energía, al parecer estaba dormida y ahora ha despertado. Pero no sé cómo ha invocado a Sandalphon.

—Lastimaste a todas mis amigas, casi matas a Kotori y... Ahora, mataste a mi hermana, ¡mira todo lo que has hecho! —Shidou tomó a Sandalphon y se limpió sus lágrimas pues le impedían ver bien, de todas formas siguieron saliendo más—. ¿¡Qué más piensas quitarme?! ¿¡Qué no es suficiente?!

Satou reaccionó de manera precipitada: cayó sentado con la mirada perdida. Es como si le hubiera caído un balde de agua fría, y se puso a observar a su alrededor; los anuncios de pantallas estaban destruidos, el concreto estaba todo agrietado, algunos autos estaban en llamas, el rango del ataque había sido mayor al que había pensado y entonces observó un cuerpo de color carbón tapado con una camisa azul y finalmente entendió.

«¿Maté a... Alguien? No, yo... Se supone que no debería de haber llegado a más». Satou negó con la cabeza y se alejó un poco mientras Shidou avanzaba con lágrimas de los ojos y con la respiración pesada.

Guía para enamorar a un espírituDonde viven las historias. Descúbrelo ahora