Del amor y otras enfermedades

157 15 0
                                    

¿Has pensado en el amor como una enfermedad? Si pensamos fríamente, posiblemente lleguemos a esa conclusión. El amor es un sentimiento tan fuerte que se relaciona con el corazón, precisamente por todo lo que le causa a este órgano vital en el cuerpo humano. Sin saber si es por la relación con el corazón o por su potencia en sí misma, el amor nos llega a impactar como un "virus sentimental". Nos acelera el corazón, pero no sufrimos de arritmia por lo general, nos pone las mejillas de color rojo, pero no es por hinchazón, nos hace felices como si estuviéramos disfrutando de un delicioso chocolate, nos nubla la percepción aunque no suframos de una enfermedad mental y muchas cosas más.

Lo mejor y a veces, lo peor de todo es que lo que sea que provenga de tu enamorada o enamorado, va a impactar a tu mundo. Y eso, lamentablemente, no lo podemos evitar.

Por eso, Shidou, con tan solo invitarlas a salir, todo lo que estaban haciendo antes se había ido por el caño o quién sabe a dónde, pero era como si nunca hubiera pasado nada. Todo normal y tranquilo.

Shidou sabía de sobra que las chicas estaban muy emocionadas y ya que irían todas con él en una cita masiva, usarían el baño una por una y tardarían en salir de la casa. Por lo que había tiempo para tomarse las cosas con calma. Se levantó de la cama con cierto dolor en el estómago, se quitó la playera azul para ver su cuerpo en el espejo y ahí seguía el vendaje que le habían puesto por su anterior pelea. Estaba ligeramente manchado de sangre, lo notó en el espejo pero notó algo que no se había dado cuenta.

«Mi cuerpo está... ¿Marcado?». Resultado de más de un mes de ejercicios y de darle vueltas a la ciudad Tenguu, además de entrenar con Mana y Tohka. El joven sonrió, la verdad es que nunca se había puesto a pensar sobre hacer ejercicio de una manera tan seria, no era por flojera pero realmente con las chicas detrás de él siempre, poco tiempo le quedaba para otras cosas. «Con todo lo que ha pasado, no hemos pasado tiempo juntos...»

Shidou suspiró y fue a sus gavetas para conseguir ropa limpia para la cita de hoy. Por mucho tiempo, en su mente solo existieron la preocupación, el dolor, la angustia, el temor y la culpa, todo por Satou. Y ahora que pensaba en él, no tenía respuesta a su pregunta. Tampoco tenía idea de qué pasaría cuando le contara toda la historia sobre el incidente de Tohka inversa.

El chico se acostó en su cama y suspiró por segunda vez en la mañana. Tendría que contarle sobre Miku, tendría que decirle sobre las Industrias DEM, tendría que contarle sobre Ratatoskr, sobre él y muchas cosas más. Había tanto qué decirle para que lograra entender que no sabía ni cómo empezar.

«Tratar con un espíritu hombre es muy complicado... las chicas son más comprensivas que los chicos». De repente, su puerta se abrió y se sentó al instante.

—Shidou-san, ya está libre el... —Yoshino al verlo, enrojeció de inmediato, Shidou no entendió por qué hasta que se vio a sí mismo sin playera—. ¡Lo siento!

—¡Yoshino, esto! —Pero la puerta se cerró fuertemente y escuchó sus pasos apresurados, alejándose de su cuarto—. Ahh... espero que no malinterprete esto o peor, que le diga a las demás.

Shidou se puso de nuevo la playera, tomó su ropa limpia y una toalla para irse a bañar. Cuando salió, las chicas le quedaron viendo un poco sonrojadas, él no entendió pero se hizo una idea de la razón tras ese rubor en sus mejillas.

Mientras Shidou se despertó tarde e invitó a desayunar a todas en una cita masiva, del otro lado de esta historia, Satou fue visitado por un abogado del gobierno que llegó a visitarlo.

Después de mucho tiempo de espera y de estarlo buscando entre las personas damnificadas que residían en ese complejo de apartamentos en el que el chico estaba hospedado desde hace más de un mes, ahora por fin podía volver a su casa.

«Casa... ¿Podré volver a casa?» Pensaba mientras iba en auto, el abogado manejaba, él no lo conocía después de todo pero no tenía ningún miedo de estar con alguien desconocido. La noticia le había caído como un ladrillazo, pensó que ese día jamás llegaría.

—No te pongas tan tenso, chico. De acuerdo al último censo de población y de todos los datos que tenemos de tu casa, está todo ahí, no te hará falta casi nada.

—Entiendo.

—¿Y tus padres?

—Muertos...

—Qué pena, últimamente suele pasar —dijo de manera seca—. Te diré algo bueno para que no te sientas tan mal. No tendrás por qué preocuparte por dinero, tus padres tenían seguro, ¿no?

—La verdad no lo sé.

—Casi todos tienen seguro ahora, con todo esto de los terremotos espaciales. Nadie sabe cuándo uno de esos va a matarnos a todos.

El auto se detuvo en un semáforo y el hombre sacó un cigarrillo y lo encendió mientras empezó a fumar. Miró por el retrovisor a Satou. No era el primero que veía así, su trabajo era tratar con personas que lo habían perdido todo, no era el primero y tampoco sería el último. Mucha gente moría, hubiera terremotos espaciales o no.

—¿Qué va a pasar conmigo?

—Pues... de eso iba a hablarte. ¿Tienes algún familiar aquí? —El chico no recordaba nada, ni siquiera el nombre de sus padres, por lo que negó con la cabeza. El hombre sacó humo por la boca—. Tal vez puedas conseguir a alguien cercano... alguien en quien confíes, de otra forma, irás a un orfanato. Y esto seguro que tenías toda una vida con tu familia, así que... lo mejor sería que encontraras un tutor. Alguien que cuide de ti, eres menor de edad, no te puedo dejar a tu suerte, chico.

—Lo voy a pensar. —Pero Satou agachó la cabeza porque no le quedaba nadie con quien estar.

—En cuanto tengas a alguien, llámame. —Tomó una tarjeta y se la dio a Satou, él la tomó. El auto siguió su curso después de eso y cuando por fin se detuvo, se le fue pedido a Satou que saliera del auto.

—Mi casa...

—Oye, chico. Sé que es duro... pero trata de disfrutar tu vida de ahora en adelante, creo que ya lo sabes, con todo lo que te ha pasado pero de todas maneras te lo digo, no sabemos cuándo vamos a morir, así que has algo bueno con tu vida a partir de ahora. —El abogado le dio una llave al chico—. La llave de tu casa, recuerda llamarme o vendré en tres días a llevarte a un orfanato. La decisión está en ti, cuídate.

Sin más que decir, el abogado se fue en su auto. Satou entró a su casa después de mucho tiempo, era realmente común y tampoco era tan grande. La mayoría de cosas normales que tiene una casa estaban ahí, así como decoraciones florales, algo que se le hizo raro.

—Son bonitas... —El joven tomó una de las orquídeas del florero y entonces recordó algo; se vio a sí mismo tocando la misma flor y alguien le alejó de ella con gentileza.

No la vayas a lastimar, las flores son delicadas, Satou-kun, como las chicas.

Satou dejó las flores y registró toda la casa, no tenía recuerdos de haber estado ahí nunca, pero poco a poco, empezó a recordar algunas cosas. Principalmente de su madre. Tanta nostalgia le dio que simplemente se puso a llorar en silencio, en su la soledad de su casa, llena de recuerdos y sin nadie a quien hablar.

Guía para enamorar a un espírituDonde viven las historias. Descúbrelo ahora