Los sentimientos de protección y amor; ¡valórate a ti misma!

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Hay cosas que las personas nunca aceptaran, no estoy hablando de política, ni ideales, ni reglas, todo eso no es tan pesado como para no aceptarlo, porque esas ideas no son más que imposiciones que el mismo ser humano ha creado como medio de control. Esto va más allá de eso, y se relaciona con lo anterior dicho, porque se trata de una sola cosa, que a la vez se puede explicar en dos partes.

El destino.

Dicen que lo forja uno mismo con las decisiones que haces, a lo largo de tu vida. Dicen que ya está escrito, que ya no tienes ningún control de tu vida, que eres simplemente una marioneta de algún dios que todo lo puede. Entonces, ¿qué es el destino?

El destino solo se basa en dos cosas; las cosas que tienes bajo control y las cosas que no puedes controlar, sin importar cuanto lo intentes, puesto que esto es la naturaleza humana. Es la verdad del ser humano, es la verdad de la personas, es lo que los hace humanos. No importa que tan fuerte seas, no importa que tanto entrenes tu cuerpo, no importa cuanta información le ingreses a tu cerebro; así te vuelvas filosofo o un científico famoso, no escaparás de las cosas que no puedes controlar, tampoco es tan difícil saber cuáles son, pues están en nuestro interior.

Los sentimientos.

Esos que no se pueden tocar, ni ver, no tienen olor, tampoco color, no sabes ni en donde están, solo los sientes. ¿Y cómo mides a los sentimientos? ¿Cómo medir algo que no puede ser medido ni por el más grande matemático que pueda existir en el mundo? Después de todo, ¿qué es mucho o qué es poco? Estas sensaciones nunca van a desaparecer hasta que dejes de vivir, porque en parte tenerlos es signo de vitalidad.

Los espíritus tampoco escapan de estos, ellos al fin de cuenta son muy parecidos a los humanos, dejando de lado su poder, no hay ninguna diferencia entre ellos y los humanos; ambos son personas. Y a ese nivel, tampoco son libres las cosas que son incontrolables.

De hecho... ellos son presas de ese descontrol; como una bestia salvaje que por fuera parece dormida, pero que adentro, puede comerte vivo si se lo permiten.

Así son las personas, solo que no lo quieren aceptar.

—¿Qué tienes para mí? —Kurumi tenía su vestido de lolita gótica y se encontraba viendo el reloj de bolsillo que siempre andaba consigo, estaba sentada sobre el barandal de un balcón, observando la ciudad mientras el sol empezaba a ocultarse.

—Kurumi, tengo información. —Uno de sus clones estaba en la azotea de la casa, con una mirada pacífica.

—Te escucho.

—La Traidora está con Battery, al parecer han salido juntos a comer. No se han separado en todo el día, los he observado de manera oculta, esperando un momento para atacarla... pero me has dicho que solo lo haga cuando esté sola.

—Pero han salido de la casa, eso es lo importante, ¿siguen afuera?

—Los dejé apenas empezaron a comer. —Ella sonrió y dio una risa malvada.

—Excelente, bien hecho. Es hora de que aprenda que ningún humano ni tampoco espíritu puede interponerse en mis planes.

—Ella se veía feliz... —Kurumi frunció el ceño hacia su clon informante que no dejaba la seriedad.

—¿Y eso qué?

—Solo es algo que observé. No entiendo por qué quieres matarla, el objetivo se cumplió, Satou-kun confía en Kurumi.

—Eso no me sirve, solo quería su confianza, no su amor.

—Entonces... ¿Tienes miedo de matarlo porque ahora está enamorado?

Guía para enamorar a un espírituDonde viven las historias. Descúbrelo ahora