En un mundo de villanos

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—¿Estás seguro que no compraré pan para Tohka? —Shidou le quedó viendo con cierta desaprobación.

—Shidou... —dijo ella haciendo un puchero.

—Tohka... —El sellador de espíritus la vio a ella con desaprobación—. Lo he dicho ya tres veces, no. Tohka, ya has comido mucho pan, pareces adicta.

—¡Pero es delicioso! No me culpes.

—Bueno, entonces... veamos. —Satou revisó la lista que le había dado Shidou—. ¿Tampoco compraré paletas para Kotori? Ya se las acabó.

—¿Sabes? Hoy cenaremos más tarde, te acompañaré a comprar todo eso.

—Está bien, Shidou. —El joven hizo una ligera sonrisa. Ambos chicos salieron de la casa para hacer el mandado ellos mismos. Shidou no dejó que fuera Satou porque era claramente influenciado por las chicas con sus pucheros y caritas de cachorrito triste, y ellas lo sabían.

En el camino a comprar la despensa, Shidou le dijo al espíritu de la luz que no volviera a dejarse llevar por las caras que le hacían Tohka, Kaguya, Yoshino y su marioneta amiga. Le advirtió que si seguía así, cualquiera se aprovecharía de él pero Satou solo veía su camino. Estaba escuchando, pero no le importaba en lo más mínimo, tenía dos días que había salido con Kurumi y desde ese día, tal y como prometió, sin importar el pronóstico, a las nueve en punto esperaba en la sala de su casa, pendiente de que sonara la puerta o el timbre o lo que sucediera primero.

—¡Satou! ¿Estás escuchando?

—Shidou... la verdad no, pero es solo que no quiero verlas tristes. Me dijiste que Ratatoskr ve por el bien de los espíritus y me dijiste que ellos deben ser felices. Es por eso que no puedo evitarlo, sé que está mal pero... si está en mí poder hacerlo, ¿para qué esperar? Sería una injusticia si no lo hiciera.

Shidou iba a decir algo mientras seguían caminando, pero eso se escuchó tan convincente que no pudo decir nada en cinco minutos.

—Pero... bueno, es cierto, lo admito... yo he hecho muchos sacrificios por ellas, aun así... ellas también tienen que ver por sí mismas, Satou. —Entonces se giró para verlo y Satou ya había entrado al supermercado sin él—. ¡Espérame!

En la casa de los Itsuka, tan solo los chicos dejaron la casa, Tohka tomó la palabra con las demás.

—¿No han notado a Satou un poco extraño?

—Solo un poco... cuando miramos la televisión notó que está pensando en otras cosas, aunque no estoy segura.

—Tohka-chan tiene razón, Yoshino. Espero que no sea nada malo.

—Aclaración: incluso cuando pierde está feliz y tranquilo, no sé por qué sucede eso. —Explicó Yuzuru.

—Vamos, ¿no deberíamos estar felices? —Kaguya fue mirada por todos—. Satou es feliz cuando está con nosotros, ¿no es esa su manera de demostrarlo?

—No creo que sea por nosotros, es más, creo que... las expresiones que hace, las he visto antes... no sé con quién, hmp —Tohka se puso la mano en su barbilla, como si fuera a filosofar.

—Hmm... —Las demás empezaron a pensar en qué persona habían visto esas expresiones.

En eso, tocan a la puerta pero ellas estaban demasiado metidas en sus pensamientos que no lo escucharon, tocaron de nuevo pero no lo escucharon.

—Cariño, Tohka, Satou-san, ¿no está nadie?

—¡Miku! —Como si hubiera metido un gol en el mundial, Tohka se levantó y alzó la mano—. ¡Es Miku!

Guía para enamorar a un espírituDonde viven las historias. Descúbrelo ahora