Eren condujo hacia el trabajo de la castaña pensando que era el lugar más cercano al que Levi querría ir pero, al llegar solo se encontraba Sasha y connie. Ambos le miraron extraño por la pinta que llevaba encima y aunque intentó no parecer desesperado era muy obvio que estaba mucho peor que eso. Sasha le dijo que Hanji se había ido desde temprano con Nanaba pero que Levi no estaba con ellas al parecer ya que se veía preocupada cuando se marchó.
Al castaño se le estremeció la piel al imaginar lo peor, no tenía idea de lo que sucedía ni por qué Levi tomaría la decisión de marcharse así de la nada; agradeció la información y partió rumbo al hospital. Marcó el número de Erd con desesperación, era lo último que hubiese esperado; no pasaron ni tres segundos cuando le respondieron y trató de calmarse.
-¿Dónde están? -preguntó el castaño sin distraerse de su camino.
- En el hospital señor jeager, el señor Levi pidió que le trajeramos.
Eren se secó una gota de sudor frío que resbalaba de su frente, enterarse así era lo peor.
-No se muevan, voy en camino.
- Sí señor jeager.
Al llegar, Erd y Günter se acercaron pero Eren tenía mucha prisa como para escuchar lo que tenían que decir o preguntarle. Pasó de largo y apenas les hizo el ademán de que esperaran, ellos se quedaron nuevamente en la entrada. Por los pasillos se escuchaba el eco de unos pies apresurados, Eren rogaba que nada malo le hubiese pasado a ambos durante su periodo de egoísmo. Al llegar solicitó la pronta atención de Nanaba pero estaba ocupada con otro paciente, debía esperar y era lo menos que tenía en esos momentos; paciencia. La rubia apareció cinco minutos después, un tiempo que pareció eterno pero al menos se había percatado de que estaba ahí esperando por su atención.
-Dígame que se le ofrece señor jeager -dijo la rubia sin preocupación.
Eren pensó que quizá la información había sido errónea y tal vez solo Hanji tuvo cosas que resolver.
-Levi...¿Levi dónde está? -preguntó el castaño.
Nanaba le miró severamente y se preguntó si debía siquiera responderle, el estado en que Levi había llegado no era de lo más favorable; estaba demasiado ansioso a causa suya. Muy en el fondo no quería siquiera dirigirle la palabra pero sabía que sería inútil, sólo su presencia había llamado al bullicio de las personas ahí presentes; al parecer estaban llamando mucho la atención por lo que carraspeó su garganta.
- Sigame por favor -respondió la rubia y se dió la vuelta sin responder la pregunta principal.
Eren soltó un chasquido ante la indiferencia que Nanaba le demostraba y le siguió por los pasillos que hacían eco con cada paso que daban. Detestaba los hospitales, siempre lo hizo; desde la muerte de su madre los había odiado. Nanaba se detuvo en la puerta donde el castaño supuso que estaba el pelinegro y en un impulso tomó la manija para entrar pero la mano de la rubia en su hombro le detuvo.
-¿Cree que sea buena verlo?
El castaño volteó hacia ella sin saber a qué se refería.
-¿De qué habla?
- Levi llegó al hospital con un ataque de ansiedad, no paraba de decir que iba a deshacerse de él para quedarse con el niño; que no era más que un estorbo y que pensaba irse. Si decide entrar, lo encontrará dormido; Hanji se encuentra con él ahora. Le costó tranquilizarlo mientras el té hacia efecto.
Eren soltó la manija y encaró a la rubia.
- Nunca le haría daño a Levi ni a mi hijo.
Nanaba no se inmutó ante las palabras del castaño y en cambio, sacó un sobre que el pelinegro había llevado consigo cuando llegó. Se lo ofreció y Eren al tomarlo, buscó dentro la razón de lo que había pasado. Eran fotos suyas con esa chica Briana de aquella noche, estaban en la cama envueltos en sábanas de aquél hotel donde despertó; entendió que el azabache probablemente no iba a perdonar lo que no recordaba aunque tuviese la seguridad de que nada había sucedido. Lo que realmente se lo aseguraba, eran los verdaderos deseos de aquella mujer; sabía que Levi esperaba un hijo suyo y qué mejor manera de dañarlo que echándole en cara su naturaleza antes de convivir con él. Qué aquella chica se prestara para tan bajo acto era lo peor, eso también era un punto a su favor y al ser cercana a Diana seguramente le habría pagado por fingir.
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Mein Liebchen
RandomEren lo eligió sin pensar para saciar lo que le provocaba el mirarlo, inició un juego de placer donde ambos se fundian en un sólo cuerpo desbordando pasión sin sentimientos de por medio para beneficio propio, la codicia bien justificada de uno y el...