Mein Liebchen

Continuación

Una vida tranquila, un despertar casi perfecto tenía el azabache; lo único que faltaba era que el castaño pudiera pensar lo mismo. Desde la llegada a Alemania compartían la misma cama pero no el mismo horario durante las comidas. Eren no estaba del todo libre, y menos en su propia casa. Leon era el único que le hacía compañía y el encargado de vigilarlo durante sus pequeñas caminatas por el extenso jardín. Caminar un poco con el abdomen sobresaliente no era tan fácil, empezaba a fatigarse. Quizá era por el tiempo o por que realmente pesaba su vientre, no lo sabía pero tampoco le gustaba quedarse en cama todo el tiempo. Leon le seguía en cada paso que daba y se preguntaba si era buena idea obtener información sobre lo que hacía su ahora pareja o a dónde iba desde temprano, estaba tan preocupado por la salud mental del castaño que sin darse cuenta suspiró tan audible que pareció un quejido de dolor; cosa que alarmó un poco al rubio.

-¿Se encuentra usted bien joven Levi? -preguntó preocupado Leon.

El azabache se detuvo y se dió la vuelta para mirar a su acompañante, uno que seguía tratándole de la misma forma.

- Estoy bien, solo me pregunto por qué no has cuestionado mi regreso o por qué mentí cuando estuve bajo tu cuidado.

El rubio observó a Levi sin saber que responderle pero realmente no tenía nada en contra suya. Negó ligeramente ante la cuestión, en su estado no era nada bueno.

- No soy quién para hacer tal cosa, solo sirvo como se me ordena.

Levi miró hacia otro lado, Leon tenía razón; jamás estuvo ahí para hacer amistades ni pertenecer a un lugar específico. Tan solo era un
trabajador que cambió de posición al enredarse con su contratante.

- Aún así.. -prosiguió el rubio.- no
pienso ni creo que sea una mala
persona, el amo se esmera por usted y me atrevo a decir que está cambiando. Antes no lo había visto sonreir.

El azabache lentamente volvió a mirar hacia sus pies sin poder sostener la mirada en Leon, sus mejillas se tornaron de color carmín; él también pensaba que Eren tenía una muy atractiva sonrisa.

-¿Le gustaría comer un postre con fresa? -preguntó el rubio.

Levi levantó la cabeza y asintió, ante un delicioso postre le resultaba imposible resistirse en ocasiones. Regresaron al interior de la casa y dudó en poder entablar conversación con el rubio, en silencio se mantuvo atento a lo que hacía. Leon apenas observaba el comportamiento del azabache, no le resultaba molesto pero era intrigante el que no dijera nada.

-¿Todo está bien?

Levi se mordió el labio inferior sin saber si podría responderle, lo cierto era que se sentía solo sin Eren. Respiró profundamente y se acomodó para poder charlar un poco. Al principio solo eran meras preguntas sobre postres, poco a poco fueron cambiando de tema y se centraron hacia el tema de la maternidad. Leon se dió cuenta de que Levi estaba nervioso por lo poco que faltaba para que su bebé llegara. El rubio le habló como si se tratara de lo más natural del mundo pese a que estaba algo impresionado por las preguntas que tenía y la ansiedad que lo devoraba.
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Eren llegó unas horas después como siempre, salía desde temprano pero se aseguraba de volver lo más pronto posible. Las discusiones y arreglos con Diana lo tenían al borde del colapso mental, Hanji lo mantenía informado y Erwin revisaba que todo estuviera en orden con cada demanda por parte de esa mujer que parecía no estar satisfecha con nada, ni siquiera con la cesión de bienes familiares de su padre. Ella quería verlo derrotado y quizá completamente en la calle si no pasaba a mayores, por ello no podía exponer al pelinegro. Estaba harto por primera vez en su vida después de tantos años pero no era capaz de demostrarlo frente a Levi, frente a él era un roble.