Fin del Tour

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Leon acató el pedido del azabache al día siguiente por la mañana. Era el primer día sin la presencia del castaño en ese lugar, nada parecía fuera de lo normal. La casa era mucho más grande cuando Leon se marchaba después de terminar sus deberes, Levi había pensado que seria sencillo estar en un lugar como ése pero se equivocó; el silencio era más abrumador. Lo que habia pedido le fué entregado al día siguiente sin falta, muy eficiente el rubio y pareció que sabía sus gustos ya que le consiguió algo sencillo como lo era él. Su primer día no fue tan malo pero también tuvo un sentimiento de abandono, pensó que no era tan bueno tratar como un igual a Eren; provenían de mundos completamente diferentes y tenían caminos distintos. Distracción era lo que necesitaba luego de tres días en completa soledad, miró hacia la ventana y decidió que dibujaria esa bella vista. Le llevó parte del día hacerlo pero había valido la pena, estaba satisfecho con los resultados.
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Como había dicho Eren retomó aquel viaje que pospuso por cansancio a su rutina, tenía todo listo pero estaba indispuesto mentalmente. Un viaje a venecia lo esperaba al igual que una chica tan fría como el mismo hielo del Ártico, además de otros proyectos que había suspendido. El primero en retomar fue venecia en la toscana Florencia, muchas de las construcciones antiguas le servían de inspiración y al mismo tiempo se arriesgaba a ser quien conservara en buen estado algunas de éstas. Las universidades que donaba eran únicas ya que tenían un toque de lo que amaba. Ahí se haría uno de éstos y un hospital con lo nuevo en medicina. Su padre era médico y lo había obligado a seguir sus pasos. Era testigo de lo benéfico que era su trabajo al igual que el suyo en la actualidad, sin embargo no era lo único que hacía ya que en las empresas de sus amigos también tenía un gran porcentaje de inversión lo que lo colocaba en la cima de su propia empresa; eso lo convertía en blanco de las cazafortunas y aunque sacaba provecho de ello sólo ya no era igual por que todo lo consideraba falso.
Al llegar a la ciudad dió un largo suspiro por lo que traería su presencia inesperada, no deseaba quedarse por mucho tiempo; reservó uno de los penthouse ya que la persona a la que visitaría no estaba lejos.

Florencia era una ciudad situada al norte de la región central de Italia, la capital más poblada de la Ciudad metropolitana homónima de la región de Toscana de la que es su centro histórico, artístico, económico y administrativo. Había estado residiendo cerca del lugar donde conoció al azabache, se preguntaba si habría disfrutado de las maravillas que ofrecía ese lugar. Sin duda era perfecto para haberlo conocido, aunque no era lo mejor en esos momentos; se dirigía hacia una pequeña reunión con un cliente que a su parecer era caprichoso he indeciso. Lo sacaba de quicio con cada imperfección en sus diseños y sólo pospuso todo para descansar de sus críticas. Al llegar a la residencia dejó escapar un gran suspiro por lo que vendría, un bonito jardín delantero y dos autos estacionados le advirtieron que ella estaba ahí. Svetlana era de origen ruso al igual que su pareja Nikolay, podría decirse que eran un par de cubos de hielo aunque más a fondo no sabía con exactitud y tampoco se pondría a investigar más allá por falta de interés. Aquella chica a pesar de ser hermosa tenía algo que no le agradaba desde que la conoció, no dejaba de exhibirse frente a él aún estando su novio presente; incluso era coqueta a su manera y calculadora a cada momento. Llevaban más de un mes planeando algo que terminaba en completo fracaso, no era fácil hacer un modelo dimensional y eliminarlo en cuestión de minutos por alguna inconformidad. Era demasiado frustrante escuchar más quejas que sugerencias, ambos tenían diferentes visiones y no podían plasmarla en una sola. Nikolay era diseñador, quería un emporio al estilo de la ciudad renacentista pero svetlana decía que era muy anticuado; al menos haría un último esfuerzo para no perder buenos clientes como ellos que pronto serían conexiones en otros países. Al entrar a la residencia, pasó por los pasillos que ya conocia; no mencionó cuando volvería. Su presencia era inesperada pero no mal recibida y menos por aquella rubia que llevaba un babydoll color negro transparente, no le cubría ni la mitad de las piernas. Al verlo ella lo recibió con un beso cerca de los labios, algo que seguramente no fué notado por el ruso.

Mein LiebchenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora