Mein Liebchen

Dulce espera

La Paz en la vida del castaño había regresado pese haber tenido un mal final. Diana no se comunicó al día siguiente, ni al siguiente; una calma que conocía a la perfección y a la cuál temía. No esperaba ansioso saber de esa mujer para estar preparado. Sin embargo, la paz continuó su curso sin modificaciones ni problemas; pensó que quizá había causado un shock en ella y los resultados no fueron los esperados pero eran satisfactorios. Con la mente despejada podía centrarse en el azabache y su estado. Preocupado por ambos, las consultas con el médico se volvieron frecuentes y aunque no soportaba esos lugares, ahí estaba junto a Levi.

Por la mañana, despertó aún más temprano que Levi. Por lo visto seguía un régimen dictado por su embarazo, despertaba temprano para comer y luego sin descanso encontraba la manera de saciar sus antojos sin pedir ayuda. Se sentó con cuidado de no despertar al azabache y al mirar la forma en que dormía le llenó de ternura, era una posición que definitivamente lo hacía ver más pequeño de lo que era. Solo le entraban unas ansias de poder mantenerlo a salvo de todo. Apartó los mechones de cabello que cubrían parte de su rostro y se levantó de la cama para proseguir con lo que tenía en mente. Quería consentir al azabache después de tanta ausencia y problemas que no debía siquiera llevar sobre sus hombros. Salió de la habitación y se dirigió hacia la cocina donde comenzó con los preparativos del desayuno. ¿Qué era bueno para un embarazado? Pensó que Levi ingería pequeñas porciones de todo lo que creía saludable. Un cóctel de frutas, cereales, leche y yogurt fueron sus mejores opciones. Colocó todo en la charola más grande que había disponible y luego se dirigió hacia el jardín delantero para tomar unas cuantas flores, un pequeño detalle para alegrar al azabache. Luego miró la hora en su reloj y regresó por todo lo que había hecho para volver con cuidado a la habitación.
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Levi se removió entre las sábanas atrayéndolas hacia su cuerpo en busca de calor y comodidad, una que deseaba tener pero que ya no estaba compartiendo la misma cama. Se quejó un poco antes de abrir los ojos y sentarse. Las camisas de Eren le quedaban bien y eran frescas pero nunca le venía mal el calor corporal de su amado. Se desperezó un poco antes de creer que seguramente Eren tenía muchas cosas que hacer y por ello se había marchado muy temprano. Lo gracioso era que no había escuchado ningún ruido, ni siquiera la ducha; pensó que estaba teniendo el sueño más pesado de lo normal y lo atribuía a sus últimas etapas de embarazo. Había despertado como siempre y sin problemas, pensó en lo que comería; tal vez le pediría ayuda a Leon para hacer algún postre. Se llevó las manos al vientre para sentir los ligeros movimientos de su bebé que era la principal causa de su hambre repentina y momentos después, la puerta se abrió con mucho esfuerzo. Dió un ligero salto por lo repentino mientras por el marco apareció una espalda ancha desnuda que conocía muy bien. Conforme fué entrando a la habitación, pudo ver la razón de su ausencia; lo estaba consintiendo y no podía evitar que su corazón le siguiera en cada respiro. Era atento, atractivo y era suyo; todo suyo.

- Buenos días Mein herz, ¿Listo para el desayuno? -preguntó el castaño de muy buen humor.

Eren se sentó en la cama con la charola sobre sus piernas y  dirigió la mirada hacia un sonrojado azabache.
Levi miró todo lo que había preparado el castaño y pensó que era demasiado para él, la buena noticia era que no comería a solas.

- Buenos días, todo luce delicioso -respondió el azabache acomodándose en la cama.

Eren sonrió al ver el vientre abultado del azabache.

-¿Te sientes bien?¿Necesitas algo?

Levi levantó la mirada hacia el castaño y asintió, Leon le contaba todo lo que hacía; después de todo era quien cuidaba de él en su ausencia.

- Todo está bien, solo tengo ligeras molestias de vez en cuando, se lo conté a Nanaba desde que empezaron y coincidió con pixis, es por el tiempo de gestación avanzado.