Por la mañana Eren estuvo ocupado en el teléfono, apenas había probado bocado alguno. Hablaba de trabajo y otras cosas a las cuales entendió eran negocios. En la mayoría de valijas estaban las cosas destinadas al bebé en cuanto naciera, debían arreglar su habitación para los tres. Las pertenencias del pelinegro habían aumentado con el embarazo, sobretodo con los atuendos que elegía el castaño para él; al parecer le gustaba verlo con juegos de color azul que hicieran contraste con sus ojos grises.
En el auto, Levi no dijo nada; se mantuvo en silencio todo el trayecto y a Eren eso le preocupaba mucho. Era cierto que ese chico era enigmático y precioso cuando la luz del sol se reflejaba sobre su piel resaltando sus finas facciones. Estaban completamente perdidos en sus pensamientos que apenas notaron cuando llegaron al aeropuerto y les abrieron la puerta del auto para bajar.
Eren bajó primero para ofrecer su mano al azabache que sin dudar, le tomó con una pequeña sonrisa curvada en sus labios. Al castaño le pareció que estaba preocupado pero trataba de no demostrarlo, anteriormente habían decidido volver a Alemania y no por obligación pero el semblante que Levi llevaba en su rostro no parecía reflejar lo opuesto a una orden. Acarició esa blanca mano con el pulgar para después abrazarle por los hombros.
-¿Estás nervioso? -preguntó el castaño dejando un beso en el cabello del pelinegro.
Levi negó ligeramente con las mejillas cubiertas de un color carmín.
-Sólo estaba pensando en qué hará Hanji y el resto, se suponía que soy parte de ellos pero solo les causé problema tras problema.
-No necesitas preocuparte por ellos, estarán bien por que yo estoy interesado en invertir con ustedes.
El azabache sorprendido, levantó la mirada hacia el castaño sin poder creer eso.
-¿De verdad?¿Por qué?
Eren acarició parte del hombro al azabache mientras lo guiaba hacia el avión.
-No puedo dejar abandonado todo lo que realmente es importante para tí. Hice un trato con la señorita Hanji y dudo mucho que deje de lado a esa chica llamada Sasha, decidí adquirir y expandir ese inmobiliario. Tiene un futuro y no soy de aquellos que coleccionan cosas, tendrán una vida asegurada así como ustedes la tendrán a mi lado Mein herz.
Levi sonrió al saber que no todo estaba perdido pero Hanji no había aparecido por ahí o al menos no la vió por mucho que intentó buscarla a su alrededor. Sin embargo, a los pies del avión estaba ella esperando. Como la persona más cercana a su vida, definitivamente no era lo suyo estar ausente y eso le quedaba muy claro. La castaña le contó con gran entusiasmo los planes que tenía entre manos y el júbilo que sintió al poder comunicarle al resto de su equipo que tenían un patrocinador. El azabache le abrazó pensando en lo mucho que merecían las cosas buenas que de a poco surgían por haber trabajado duro y por haberse convertido en una gran familia que le había ayudado en los momentos más duros. Hanji le acarició ese abultado vientre que le respondió con un movimiento de esos que al pelinegro le gustaba sentir. Al cabo de unos minutos, ellos se despidieron y abordaron el avión.
-Supongo que andan organizando cosas nuevas -comentó el pelinegro.
Eren observó al azabache notando que su semblante había cambiado drásticamente y se veía más relajado, incluso estaba mucho más comunicativo que al inicio.
-Sí, le pedí que organizara toda la información posible y me entregaran posibles ideas para remodelación, debemos cambiar ciertas cosas pero de esa forma podrán contratar más personal capacitado.
-Suena bastante bien eso.
Levi observó el avión privado que pertenecía al castaño, y no se sorprendió por ello; si acaso tenía una idea de quién era la persona con quien viviría. No era de extrañar que le ofreciera total comodidad y privacidad si así lo deseaba. Por dentro era como una sala de estar, con muebles blancos y una pequeña mesa color caoba en el centro; muy sofisticado a su parecer. Nunca había viajado y lo poco que sabía sobre primera clase en aviones era muy poco en comparación de donde estaban.
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Mein Liebchen
RandomEren lo eligió sin pensar para saciar lo que le provocaba el mirarlo, inició un juego de placer donde ambos se fundian en un sólo cuerpo desbordando pasión sin sentimientos de por medio para beneficio propio, la codicia bien justificada de uno y el...