Capítulo 34: Declaraciones que agitan el alma.

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"Lo que dejamos atrás y lo que tenemos por delante no son nada comparado con lo que llevamos dentro." Ralph Waldo Emerson.

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Aquella cúpula negra, que mantenía la zona bajo un confinamiento que los separaba del plano terrenal, se rompió en cientos de pedazos ante aquella llegada, Caleb, mirando lo sucedido con animosidad, se hizo a un lado al tiempo que Tyreence caía ante él rodeado de un aura agitada y los residuos de aquello que acaba de disolver. A lo lejos, todos sintieron como una fuerte presión los paralizaba, al principio había sido el increíble poder que Let Sagmun proyectaba hacia ellos, ahora era el choque que este tenía con el poder del recién llegado, aun en su sorpresa, cada uno de esos jóvenes tuvo que aceptar que, en lo que se avecinaba, no podían intervenir, que ante ellos se hallaban dos monstruos que escapaban por completo de sus entendimientos y habilidades.

Tyreence, ya sobre la tierra oscurecida al haber estado tanto tiempo bajo el efecto de aquel partidario elemental del tipo planta, alzó la mirada con su espada segura en su mano derecha, sin inmutarse en lo más mínimo, sostuvo la mirada de su compañero de equipo al tiempo que volvía su aura a un estado invisible y equilibrado, debía admitirlo, el Confinamiento Dimensional de las Moiras había sido más fuerte de lo que había pensado, sin embargo, gracias a Tánatos, había logrado atravesarlo sin mayores problemas, ahora lo importante era volver a sus cabales a aquel que tenía ante su presencia.

-Creí que eras más listo que esto -dijo Tyreence poniéndose en guardia-, usar el poder de la Trinidad Floreciente aun sabiendo que tu cuerpo no está preparado ha sido una verdadera estupidez.

-No sé de lo que estás hablando -respondió Caleb empuñando con fuerza también su espada.

Silverstein apretó los labios, la poca consciencia de Caleb estaba mermando, seguramente en menos de tres minutos su raciocinio se nublaría por completo... ¿necromon...? ¿yōma...? En ese momento cualquiera de los dos resultados sería una catástrofe, considerando que la runa Smerte no había sido suficiente como para detener el avance del poder de la Trinidad hacia él... Seguramente todo el dolor que esta traía se haría efectiva cuando él recuperara la normalidad... pero bueno... antes de pensar en lo futuro debía preocuparse de lo presente.

-Lamento hacer esto, pero creo que tendré que traerte de regreso a golpes -dijo Tyreence.

Caleb abrió los ojos al máximo, aquel avalariano mestizo no había terminado sus palabras cuando ya estaba sobre él alzando una mandolina, por tanto, dando un giro hacia su izquierda, cogió la funda de su espada y bloqueó la estocaba con la maciza madera, después atacó a fondo con su espada sintiendo que el filo penetraba en su objetivo, no obstante, tal fue su sorpresa al ver que, a menos de un milímetro, el filo de su hoja se había detenido debido a que las cadenas de la vaina del arma de su ponente, se habían alzado rodeándola con fuerza, Caleb dejó escapar una maldición y liberó una fuerte pulsación de aura el cual alejó unos metros a su oponente, recuperando así el control de su espada, retrocedió hasta sentir que la influencia de las ataduras de Tánatos dejaban de tener dominio en su arma, fue así como, curvando sus labios en una sonrisa una nueva aura de maana distorsionado se creó a su rededor.

El Legado  de Rapsodia (Temporada 1) [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora