Capítulo 64: Relaciones pasadas, relaciones trascendentes. Parte IV. Etwal.

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En este capítulo se alterna la narración en primera y tercera persona omnisciente, en el caso del primero corresponderá a los párrafos en cursiva.

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Capítulo 64: Relaciones pasadas, relaciones trascendentes.

Parte IV.

Etwal.

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"No busques por qué, en el amor no hay por qué, no hay razón, no hay explicación, no hay solución". Anaïs Nin.

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Lo único que realmente había estado alimentando mis días a días desde esa fatal noche en Babilonia, habían sido mis anhelos de morir, por culpa de mi ridículo corazón había arrastrado a la muerte a Zorella, Magnolia de Acad, y con ella, también a la benévola Edea... El mundo en el cual había crecido se había hecho pedazos y todo vestigio de los míos se había ido con él, y como si se tratara de una cruel sátira, llena de ironías y falsa amabilidad, yo había escapado de todo aquello sin quererlo realmente... El poder que mi adorada aprendiz me había cedido mientras era asesinada por Ishtar: El Control Sobre el Tiempo y el Espacio, me había expulsado al Intersticio y allí me mantuve, en el vórtice de la Nada, por siglos incalculables hasta que desperté un día cualquiera en el lago que una vez había pertenecido a las tierras de Edea, y el cual, en un triste adiós, mi maestra me había enviado a las Llanuras Errantes cuando también caía a manos de esa diosa caída... Y fue en ese momento, mientras Kilian me contaba lo que había sucedido en aquel tiempo remoto, que comprendí la horrible persona que era... No solo había desilusionado a mi buena maestra, no solo había vendido a mi aprendiz, sino que también era el recordatorio de una era perdida y que había sucumbido bajo la traición, yo era la última de esa raza de Antiguos y la cual seguía manteniendo esa herida sin sanar expuesta a una infección que podría acabar con todo lo que Edea había dado... Yo anhelaba tanto morir que al saber aquello me dio la oportunidad de abandonar este mundo de forma honorable, pero no por mí, sino por el pueblo que no había sabido valorar, por mi maestra, por Magnolia; yo me suicidaría pero antes restauraría el Gran Cristal de Eel, completaría el Sacrificio Azul y así podría pedirles perdón a todos aquellos que había herido, a aquellos que había abandonado... y a aquellos que, con una mirada esperanzada, habían esperado devolverme a la vida... Desgraciadamente para todos ellos: Edea, Magnolia, Gilgamesh, Kilian, Yuri... Hannah... Yo, aun si lo había intentado, ¡los dioses saben que lo intenté! No hubo nada en la Tierra ni en Eldarya que pudiera hacerme cambiar de parecer, no había nada que, aunque fuera de manera tan sutil o remota, me dijera que podía aprender algo más que el remordimiento y la tristeza...

El Legado  de Rapsodia (Temporada 1) [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora