El Legado de Rapsodia (Temporada 1) [Eldarya]

Capítulo 7: Espíritus sagrados.

Capítulo 7: Espíritus sagrados.

"Cuando es evidente que los objetivos no se pueden alcanzar, no ajustes los objetivos, ajusta los pasos". Confucio.

Región de Drew-Fizu, al norte de Roxma (lo que sucedió hace una semana atrás en la aldea de los barunas):

El viento soplaba con fuerza aquella noche, las ramas del cerezo golpeaban con furia las ventanas y los aullidos de los perros negros descendían las empinadas montañas con estrépito, aquel coro nocturno cargado de oscuridad, se extendió con rapidez por la planicie inundando cada rincón de la aldea de los Barunos para, finalmente, colarse a través de las rendijas hasta los dormitorios donde los aterrados habitantes rezaban por un pronto amanecer. No obstante, a pesar de todos los cuidados realizados durante el día, a pesar de todas las ofrendas entregadas en el santuario al inicio de la temporada, nada parecía dar resultado, incluso el consejo de ancianos había enviado una solicitud de ayuda al Templo de los Fenghuang, sin embargo, cuatro meses después, tanto el mensajero como la respuesta jamás había llegado. Tal vez, lo que los más viejos decían era verdad, tal vez la aldea definitivamente había sido tragada por las tinieblas y, si era así, nada ni nadie podía entrar o salir de la planicie... a excepción de Zagär...

Ella, Merishe, revisó los talismanes de las ventanas y se mordió el labio inferior, era inútil, no resistirían, seguramente al despertar a la mañana siguiente otra familia lloraría, otra silla vacía junto a la mesa sería lamentada, otro baruno ya no reiría más en las calles... ¿Por qué ellos tenían que sufrir así? ¿Qué horrible pecado habían cometido para ser castigados de tal manera...? Ella no lo comprendía y posiblemente jamás lo haría, aquello era algo que escapaba completamente de sus capacidades y, seguramente, de cualquier otro en la aldea, al final, lo único que les quedaba por hacer en las noches era resistir...

Frío...

Merishe alzó la mirada y vio como los cristales se escarchaban, ¡Por los Dragones y el santo Oráculo! Esa noche Zagär rondaba su casa.... Con el corazón latiendo a mil por hora giró sobre los talones y corrió hacia la despensa, allí, en algún lugar en el fondo, estaba aquel cofre que tan celosamente había protegido su abuela... Si la muerte la llamaba al menos le daría una oportunidad a él, no permitía que los esfuerzos de sus padres y el amor que tan fervientemente les habían entregado fuera en vano. Entonces, aguantando el llanto, se dirigió rauda hacia el dormitorio, se arrodilló ante el ropero de madera caoba y, tras pasar una mano por la cerradura, desactivó el sello de repulsión para finalmente abrir las puertas con una sonrisa esperanzadora...